VIDA MEDIEVAL
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VIDA MEDIEVAL
COMIDA MEDIEVAL.
El pavo real era el plato que el emperador prefería y debía ser servido por una dama porque no se consideraba a los criados con derecho a tocar el gran manjar.
Se comía mucho asno joven. Se rellenaba de aceitunas verdes, pajaritos y trufas enteras y luego se asaba al espetón.
La cocina del cerdo fue popular en la Germania medieval. Los maestros salchicheros gozaban de un rango artesano.
A partir del S XIII Europa entra en un período que luego fue llamado: Europa de los carnívoros, considerado el prólogo del Renacimiento.
Había comida para todos. Los empleados artesanos comían cuatro platos servidos por sus patrones: una sopa, dos platos de carne y uno de legumbres.
A diferencia de los campesinos, los ricos burgueses y los grandes señores eran más carnívoros. A demás de cerdos consumían gallinas, ocas, grullas, ciervos, jabalíes y corzos.
Se consumían mucho los frutos secos como las almendras, las pasas, los piñones, las nueces, las avellanas y los higos.
Las especias importadas: la pimienta (que sirvió de moneda en épocas de sistema monetario incierto), el jengibre, el clavo de olor, la nuez moscada, la canela, la mostaza y el azafrán, las otras especias y hierbas aromáticas como el orégano, el tomillo y la albahaca eran considerados cosa de pobres.
Carlomagno fue el primer rey cristiano que sentó a las mujeres a la mesa.
El pueblo utilizaba vajilla esmaltada toscamente, platos de tierra cocida y de madera.
Los burgueses utilizaban el estaño pero al Gran Señor le gustaba la vajilla de oro y plata.
Se comía con las manos y el cuchillo. Luego se extiende el uso de la cuchara y de los palillos.
Los invitados llevan una servilleta personal para proteger la ropa.
El mantel juega un papel muy importante: comer en el mismo mantel significaba igualdad de condiciones.
El tenedor fue un aporte a la cultura de los venecianos aunque durante mucho tiempo no se utilizó y fue considerado: afeminado, demoníaco o tan sólo una curiosidad.
Se trabajó con el bronce y otros metales. Se inventó el tamiz, coladores con asas, tarteras, ganchos para colgar alimentos, ralladores de queso y nuez moscada y la parrilla.
Cuando cae el imperio romano se empobrece la cocina europea.
La cara contraria a Carlomagno y la reivindicación de los banquetes romanos era la hambruna que pasaban los campesinos y la servidumbre.
Se destacan los caldos y salsas muy condimentadas que acompañaban platos con las carnes y pescados más variados.
Los cocineros emplean lo que tienen a mano: las plantas aromáticas y las especias de la gente humilde: cebolla, chalote y ajo.
Marco Polo, en el S XIII, trae la pasta desde China. De las Cruzadas, de Asia Menor y fundamentalmente de Persia e
India, vienen las especias más caras y nuevos métodos de guisar que desde España se difunden por toda Europa.
Durante la cuaresma los cocineros se esfuerzan por realizar los platos más variados con pescados.
Un plato típico de la edad media es el manjar blanco.
El pueblo lo hacía con una base de arroz, miel y leche. La realeza con gallina desmenuzada y cocida por hervor a fuego lento y cacerola tapada hasta que se deshaga en hebras. Se condimentaba con varias especias.
En los monasterios se preparaban platos agridulces de mermeladas con carnes.
Se bebían vinos, cerveza e hidromiel especiada.
Se sirven las aves vestidas, es decir: con su plumaje como si estuvieran vivas .
El pavo real era el plato que el emperador prefería y debía ser servido por una dama porque no se consideraba a los criados con derecho a tocar el gran manjar.
Se comía mucho asno joven. Se rellenaba de aceitunas verdes, pajaritos y trufas enteras y luego se asaba al espetón.
La cocina del cerdo fue popular en la Germania medieval. Los maestros salchicheros gozaban de un rango artesano.
A partir del S XIII Europa entra en un período que luego fue llamado: Europa de los carnívoros, considerado el prólogo del Renacimiento.
Había comida para todos. Los empleados artesanos comían cuatro platos servidos por sus patrones: una sopa, dos platos de carne y uno de legumbres.
A diferencia de los campesinos, los ricos burgueses y los grandes señores eran más carnívoros. A demás de cerdos consumían gallinas, ocas, grullas, ciervos, jabalíes y corzos.
Se consumían mucho los frutos secos como las almendras, las pasas, los piñones, las nueces, las avellanas y los higos.
Las especias importadas: la pimienta (que sirvió de moneda en épocas de sistema monetario incierto), el jengibre, el clavo de olor, la nuez moscada, la canela, la mostaza y el azafrán, las otras especias y hierbas aromáticas como el orégano, el tomillo y la albahaca eran considerados cosa de pobres.
Carlomagno fue el primer rey cristiano que sentó a las mujeres a la mesa.
El pueblo utilizaba vajilla esmaltada toscamente, platos de tierra cocida y de madera.
Los burgueses utilizaban el estaño pero al Gran Señor le gustaba la vajilla de oro y plata.
Se comía con las manos y el cuchillo. Luego se extiende el uso de la cuchara y de los palillos.
Los invitados llevan una servilleta personal para proteger la ropa.
El mantel juega un papel muy importante: comer en el mismo mantel significaba igualdad de condiciones.
El tenedor fue un aporte a la cultura de los venecianos aunque durante mucho tiempo no se utilizó y fue considerado: afeminado, demoníaco o tan sólo una curiosidad.
Se trabajó con el bronce y otros metales. Se inventó el tamiz, coladores con asas, tarteras, ganchos para colgar alimentos, ralladores de queso y nuez moscada y la parrilla.
Cuando cae el imperio romano se empobrece la cocina europea.
La cara contraria a Carlomagno y la reivindicación de los banquetes romanos era la hambruna que pasaban los campesinos y la servidumbre.
Se destacan los caldos y salsas muy condimentadas que acompañaban platos con las carnes y pescados más variados.
Los cocineros emplean lo que tienen a mano: las plantas aromáticas y las especias de la gente humilde: cebolla, chalote y ajo.
Marco Polo, en el S XIII, trae la pasta desde China. De las Cruzadas, de Asia Menor y fundamentalmente de Persia e
India, vienen las especias más caras y nuevos métodos de guisar que desde España se difunden por toda Europa.
Durante la cuaresma los cocineros se esfuerzan por realizar los platos más variados con pescados.
Un plato típico de la edad media es el manjar blanco.
El pueblo lo hacía con una base de arroz, miel y leche. La realeza con gallina desmenuzada y cocida por hervor a fuego lento y cacerola tapada hasta que se deshaga en hebras. Se condimentaba con varias especias.
En los monasterios se preparaban platos agridulces de mermeladas con carnes.
Se bebían vinos, cerveza e hidromiel especiada.
Se sirven las aves vestidas, es decir: con su plumaje como si estuvieran vivas .
jafjaa- Campeón
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Re: VIDA MEDIEVAL
INFLUENCIAS ÁRABES EN ALGUNOS ASPECTOS DE LA VIDA OCCIDENTAL
Por Dr. Jorge Rampelbergh
Centro Argentino de Estudios Internacionales
Los hombres y mujeres occidentales del siglo XXI todavía no se han percatado que muchos y muy variados usos y costumbres de su vida cotidiana son de origen árabe o fueron introducidos por ellos en la cultura de origen europeo. La península Hispánica fue una de las principales puertas de entrada de la civilización musulmana en Europa, donde el al-Andalus o España musulmana hizo las veces de puente por el que transitaron la cultura, la ciencia y las costumbres de los árabes rumbo al resto del continente.
Para muestra, nos circunscribiremos sólo a determinados aspectos referidos al aseo, la higiene, la gastronomía y hasta supersticiones que luego pasaron a América con los conquistadores.
Ya’far as-Sadiq decía: “Vestirse bien reduce al enemigo y perfumarse atenúa la tensión mental y las preocupaciones”.
Los perfumes siempre han fascinado a los musulmanes que, en su mayoría, los usaban y usan generosamente imitando al Profeta.
Un hadice (Tradiciones del Profeta Mahoma) del “Libro de la vestimenta” del Sahih Al-Bujari dice: “Aixa dijo: Solía perfumar al Profeta con los mejores perfumes disponibles, hasta ver el brillo del perfume en su cabello y su barba”.
Con el propósito de aromatizar cuerpos y ambientes, introdujeron en la península sustancias, plantas, procedimientos y métodos para fabricarlos que provenían en muchos casos de lugares remotos.
Sobresale el almizcle (al-misk), sustancia grasa de intenso olor proveniente de la bolsa glandular del almizclero, animal semejante a la cabra, y el ámbar gris (‘abir) extraído de las vísceras del cachalote, para la elaboración de perfumes. La resina del aloe indio o árbol de la India (aquilasia agalloca) se usaba como incienso y también en perfumes. Desde Arabia y África trajeron el árbol del incienso (lubban) del que
extraían una resina de color amarillo rojizo que al ser quemada producía un aroma acre. En medicina la utilizaban para avivar la inteligencia y aumentar la memoria. La tomaban como bebida para protegerse de los escorpiones.
El sándalo (sandal) es un árbol semejante al nogal cuya madera amarillamarrón al ser quemada produce un excelente aroma. Existe otra planta herbácea olorosa con el mismo nombre llamada sándalo maquasir, originaria de Persia, que se cultivaba en los jardines. La utilizaron para elaborar perfumes y para la higiene bucal con pequeñas ramas fabricaban el siwak, una forma especial de mondadientes muy popular en Arabia que solía utilizar el Profeta
Los dentífricos no eran desconocidos. Sometían a cocción la corteza del nogal hasta consumir el líquido, agregaban sandáraca india, clavo y cilantro machacados, y con la pasta obtenida frotaban los dientes. No sólo se preocuparon por la higiene bucal sino también por encontrar un remedio eficaz para contrarrestar el mal aliento. Preparaban pastillas bucales perfumadoras partiendo del clavo, nuez, madera de naranjo y de cilantro al que agregaban jarabe de cáscara de toronja.
Otro de los métodos para perfumar el aliento era un dentífrico elaborado con juncia, cortezas de cidra, nardo, clavo, nuez moscada, sukk, agáloco, canela, hinojo, cardamomo, cubeta y almizcle, que pulverizaban para luego frotarse los dientes con él.
El sukk era un medicamento compuesto de almizcle, mirobálano, émblico o nuez de agalla y pasa de uva, al que algunos solían agregar aceite de alelí, aceite de oliva y jugo de dátiles. Según Razis también era muy eficiente para los malos olores provenientes del sudor.
Estos polvos se podían amasar con agua de manzana y hacer unas pastillas que, introduciéndolas en la boca por la mañana, perfumaban el aliento durante todo el día.
La coquetería femenina no fue olvidada. Las mujeres decoraban sus manos y pies con alhena (al-henna) y perfilaban sus ojos con sulfuro de antimonio (kohl).
En plena Edad Media, cuando en la España cristiana la higiene personal era una práctica casi desconocida y hasta desaconsejada, en al–Ándalus existía un baño público en cada barrio. Los hammams no solo servían para la limpieza y la distensión física y espiritual; lo mismo que la mezquita y otros lugares públicos, se utilizaban para hacer reuniones políticas y sociales. Era un espacio de encuentro entre vecinos y amigos, donde desaparecía el concepto de clase y de diferencia social. Hombres y mujeres concurrían en horarios distintos, jamás lo hacían juntos, a los niños se les permitía acompañar a sus madres hasta que se notaba que prestaban demasiada atención a los cuerpos femeninos. Ése el era el momento preciso para que se unieran al grupo masculino. Los baños públicos de la España musulmana eran auténticos salones de belleza. En ellos se daban masajes y se aplicaban aceites hidratantes de almendras, rosas, jazmín y narciso. Los cabellos se cuidaban con hojas de añil y henna. También existían depilatorios y sofisticados tratamientos de limpieza para el cutis.
Su influencia en la gastronomía todavía no ha sido reconocida como lo merece. El mundo islámico es un mosaico de tradiciones culinarias. Cada país tiene sus propias preferencias alimentarias. Hay tantos sabores y productos exóticos que se pueden degustar como tantos pueblos musulmanes existen a lo largo del mundo. Si el plato más popular de los marroquíes es el cuscús o couscus, basado en sémola, carne y verduras, los turcos prefieren los pinchitos de carne especiados; los tunecinos, el brik, o especie de hojaldre con un huevo dentro, y los libaneses el humus, que es una pasta de untar basada en garbanzos y sésamo. Casi todos los países de la cuenca mediterránea acostumbran comenzar la comida con los mezze, o aperitivos a modo de
tapas. Son muy variados: desde ensaladas agridulces y especiadas, hasta hojaldres fritos y rellenos, y purés de berenjenas y habas que se extienden sobre el pan a modo de sabrosos patés. Aparte de las restricciones alimentarias impuestas por el Corán, que por ejemplo prohíben entre otras la ingesta de carne de cerdo, los musulmanes disfrutan de la buena mesa y tienen una intensa cultura culinaria. Y más si se tiene en cuenta que los países islámicos están situados, en general, en Oriente y en el Mediterráneo, y que en estas regiones se valora enormemente el arte de cocinar. En el islam, como en otras culturas, el compartir la mesa con amigos y familiares es un acto placentero, que sirve para crear lazos sociales. Nosotros también tenemos numerosas
recetas de origen árabe. En al-Ándalus surgió toda una serie de modas gastronómicas, algunas importadas de Oriente. Por ejemplo, las albóndigas datan de entonces, y su nombre, del árabe al bunduq, significa “la bola”. Las frituras como los huevos fritos, las empanadas, y el arroz con leche son de origen andalusí. Los dulces que hoy conocemos, a los que haremos referencia más adelante, podrían ser de ese mismo origen. Sobre todo, los que se elaboran basándose en miel, almendras y toda clase de frutos secos. Así sucede con el turrón, el piñonate, y otros cuyo nombre procede del árabe como el alajú, los alfajores y las almojábanas. En al-Ándalus nació el ceremonial de mesa que hoy conocemos. Primero las entradas y ensaladas, después los platos fuertes a base de carne y pescado, y por último los postres. Anteriormente se tenía por costumbre servirlos todos al mismo tiempo. Para disfrutar de una buena comida, había que evitar las conversaciones controvertidas y, de ser posible, acompañarla de una música suave de fondo.
Desde la lejana India la berenjena (bandinyana) llega a España para convertirse en uno de los vegetales básicos de la dieta mediterránea. Fue tan apreciada que a los almuerzos a los que asistían numerosos y bulliciosos comensales se los llamaba “berenjenales”.
Para enriquecimiento y fortuna de la cocina hispana y occidental introdujeron las alcachofas (jarshuf) y las espinacas, que usaban para evitar los malos olores de la carne; la sandía de Persia y el Yemen; el melón del Jorasàn; la granada de Siria; el higo de Constantinopla; los espárragos (al-isbiray), el limón (laimon); la naranja (del árabe naranya y éste del persa narangui). El limón y la naranja se usaban para conservar alimentos y con sus jugos elaboraban perfumes. Lograron aclimatar el membrillo, el albaricoque y otras frutas más que procedían de lugares remotos.
Por primera vez las verduras adquirieron importancia por sí mismas. Las asaban, las guisaban o las cocinaban para preparar purés, como el de habas. Las ensaladas, a base de lechugas, berros, y toda clase de plantas silvestres comestibles, se aderezaban con aceite de oliva y se acompañaban con aceitunas verdes o negras,
previamente maceradas en salmuera con hierbas aromáticas, a ls que consideraban como estimulantes del apetito.
Condimentaron las comidas con canela de la China, azafrán (az-za’faran, en persa safran), comino (kammun), jengibre, sésamo o ajonjolí, cilantro, nuez moscada y anís (anisan).
Los cereales, base de la alimentación andalusí, no sólo se utilizaron para elaborar pan sino también gachas, sémolas y sopas. Introdujeron nuevas especies como el trigo negro, el trigo rojo y el tunecino.
Consumían carne de cordero, vaca, cabrito, conejo, venado, así como todo tipo de aves. La preparaban de distintas maneras, asada, guisada o frita.
El pescado, tanto de mar como de río, estuvo presente en las mesas de la España mora. Lo prepararon frito en aceite de oliva, relleno con una masa a base de migas de pan y especias, guisado con nabos, en escabeche y “almori”, que era una pasta que elaboraban con harina, miel, sal pasas de uva, avellanas y almendras
trituradas, que agregaban a las salsas para darles sabor.
Aprovecharon la leche de manera integral no desperdiciando nada de ella. La bebían cuajada, lo que conseguían agregándole cuajo de cabra, y la servían fresca y con miel. Preparaban una manteca espesa que a menudo se batía con sal para conservarla mejor.
El couscous marroquí, plato típico del Magreb traído por los almohades en el siglo XIII, ha pasado definitivamente a formar parte de la cocina internacional. La harira, sopa nacional de Marruecos muy rica en proteínas y vitaminas, es otro de los platos que ingresaron en Europa. Durante el mes de Ramadán cada familia, al prepararla al atardecer, impregna las calles con su aroma. En el desayuno se la acompaña con dátiles, dulces, miel y almendras. Desde Marruecos llegaron las brochetas o “pinchos morunos” de carne entera, picada o de hígado, y los distintos tipos de tayín, guiso de carne, pollo o pescado con abundantes verduras, cocinado en una característica cazuela de barro con tapa cónica. Las tradicionales fatay o esfiha
árabes, con carne de cordero, son muy similares a las empanadas argentinas, llegaron desde la España andalusí traídas por los conquistadores. Utilizaron el azúcar (en árabe, sukar) como edulcorante sustitutivo de la miel. Luego, Cristóbal Colón se encargaría de traer la caña de azúcar al continente americano.
Combinando azúcar y frutas elaboraron jaleas, mermeladas y refrescos con sabor oriental como el arrope (del árabe rubb, jugo), jarabes o siropes (sharub, bebida) y sorbetes. Hasta se ha llegado a especular con la idea de que el dulce de leche podría ser una derivación del arrope. Ar-rubb, que expresa la idea de “jugo de
fruta cocido”, se obtiene por medio de un proceso de cocciones y descansos, reduciendo el líquido hasta lograr que se espese. La leche habría reemplazado al jugo de frutas.
Los xarab, de donde proviene la palabra jarabe, fueron intensamente consumidos por los andalusíes. Era un verdadero cóctel de frutas, especias, flores y hierbas perfumadas y sabrosas.
Otro de los innumerables vocablos heredados de la cultura andalusí es la palabra sorbete (del árabe sherbet). En los largos y calurosos veranos de al-Andalus, calmaban los rigores del sol con esencias de flores y frutos, mezclados con agua fría o hielo. Especialmente en Granada, excavaban pozos de diez metros de profundidad, donde introducían la nieve de Sulayr (Sierra Nevada), que duraba hasta el mes de julio, pero si el pozo era de veinte metros, el hielo duraba todo el año.
Los cereales, base de la alimentación andalusí, no sólo se utilizaron para elaborar pan sino también gachas, sémolas y sopas. Introdujeron nuevas especies como el trigo negro, el trigo rojo y el tunecino.
Las pastas, estrellas indiscutidas y centrales de la gastronomía italiana, serían de origen bereber y eran muy populares en al-Andalus. Los fideos (en árabe, fidaws = crecer, extravasarse) se consumían regularmente cocinados con carne de cordero y, como postre, con leche o miel. Se preparaban partiendo de una masa fluida de harina que luego colocaban en un colador donde la presionaban hasta que se formaban los fideos a través de los agujeros. Comían macarrones (en árabe, atriyya = producto a base de pasta), palabra de la que deriva aletría, con la que en Murcia todavía hoy se llama a los macarrones.
Elaboraban embutidos con diversos derivados de la carne de los animales lícitos, nunca de cerdo, embutiéndolos en sus propios pellejos, para obtener productos como el merguez, especie de salchichas semejantes a las de Francfort pero con carne de cordero.
El escabeche (iskibay) fue un método muy frecuentemente utilizado para conservar carnes y vegetales.
Intencionalmente dejamos el café para el final. Cuenta la historia, de la cual existen varias versiones, que en el siglo VIII un camellero del Yemen tenía mucha dificultad para mantenerse despierto durante la noche leyendo el Corán. Observó que sus camellos, luego de comer los frutos coloreados del cafeto, se mantenían en
constante movimiento. Probó los frutos y el sueño desapareció.
La historia se divulgó rápidamente por toda la península arábiga, especialmente en al ciudad de Mojas o Mokha, que logró celebridad por la manera de preparar el café.
La voz árabe qahwa, a través del turco kahue, dio origen a la palabra café que significa fuerza, vigor.
La planta de cafeto comenzó a cultivarse en el Yemen y en otros lugares de las altiplanicies de Etiopía. A fines del siglo XIII los sufìes yemenitas bebían una cocción de vainas de cafeto cuando necesitaban mantenerse despiertos para orar. En el siglo XV los peregrinos musulmanes que regresaban de La Meca difundieron el uso del café por el mundo islámico. Se bebía desde España hasta Estambul y desde Marruecos hasta el sur de Asia.
En Irán, en la época safavì, aparecen las llamadas qahvejaneh (cafeterías). En 1555 dos sirios abren las primeras cafeterías en Estambul. Los vieneses, luego del sitio de Viena de 1683, fueron los primeros europeos que prepararon el “café a la turca”.
El famoso café turco o árabe se muele muy fino y se prepara en una cacerolita de cobre. Se toma con o sin azúcar.
El elevado costo de importación hace que hoy se consuma poco café en el mundo islámico por lo que fue sustituido por el té, que se ha convertido en bebida popular. En Marruecos se bebe té verde servido en vaso grande con una hoja de menta o hierbabuena; en Irán, Turquía y Afganistán consumen té de la India y Sri Lanka a cualquier hora del día, preparado en el samovar de origen ruso, poniendo té muy cargado en la tetera y agua caliente debajo.
Para finalizar, podemos afirmar que resulta curioso observar que muchas supersticiones de origen persa fueron difundidas por los árabes en al-Andalus para luego quedar definitivamente implantadas en España.
Los antojos de las embarazadas; los niños que juegan con fuego se orinan en la cama por las noches; romper espejos trae mala suerte; si en una reunión de varias personas se interrumpe la conversación es porque pasa un ángel; poner una escoba detrás de la puerta para que se aleje el visitante indeseado; el mal agüero del número 13; etc. ¿Quién no las ha oído de labios de una abuela?
Todos estos conocimientos, costumbres, alimentos, recetas y supersticiones, así como muchos otros más que hemos omitido accidental o voluntariamente, nacieron, se introdujeron o se desarrollaron bajo el ala del islam. Occidente ha sido demasiado injusto hablando exclusivamente de la influencia grecorromana..
Por Dr. Jorge Rampelbergh
Centro Argentino de Estudios Internacionales
Los hombres y mujeres occidentales del siglo XXI todavía no se han percatado que muchos y muy variados usos y costumbres de su vida cotidiana son de origen árabe o fueron introducidos por ellos en la cultura de origen europeo. La península Hispánica fue una de las principales puertas de entrada de la civilización musulmana en Europa, donde el al-Andalus o España musulmana hizo las veces de puente por el que transitaron la cultura, la ciencia y las costumbres de los árabes rumbo al resto del continente.
Para muestra, nos circunscribiremos sólo a determinados aspectos referidos al aseo, la higiene, la gastronomía y hasta supersticiones que luego pasaron a América con los conquistadores.
Ya’far as-Sadiq decía: “Vestirse bien reduce al enemigo y perfumarse atenúa la tensión mental y las preocupaciones”.
Los perfumes siempre han fascinado a los musulmanes que, en su mayoría, los usaban y usan generosamente imitando al Profeta.
Un hadice (Tradiciones del Profeta Mahoma) del “Libro de la vestimenta” del Sahih Al-Bujari dice: “Aixa dijo: Solía perfumar al Profeta con los mejores perfumes disponibles, hasta ver el brillo del perfume en su cabello y su barba”.
Con el propósito de aromatizar cuerpos y ambientes, introdujeron en la península sustancias, plantas, procedimientos y métodos para fabricarlos que provenían en muchos casos de lugares remotos.
Sobresale el almizcle (al-misk), sustancia grasa de intenso olor proveniente de la bolsa glandular del almizclero, animal semejante a la cabra, y el ámbar gris (‘abir) extraído de las vísceras del cachalote, para la elaboración de perfumes. La resina del aloe indio o árbol de la India (aquilasia agalloca) se usaba como incienso y también en perfumes. Desde Arabia y África trajeron el árbol del incienso (lubban) del que
extraían una resina de color amarillo rojizo que al ser quemada producía un aroma acre. En medicina la utilizaban para avivar la inteligencia y aumentar la memoria. La tomaban como bebida para protegerse de los escorpiones.
El sándalo (sandal) es un árbol semejante al nogal cuya madera amarillamarrón al ser quemada produce un excelente aroma. Existe otra planta herbácea olorosa con el mismo nombre llamada sándalo maquasir, originaria de Persia, que se cultivaba en los jardines. La utilizaron para elaborar perfumes y para la higiene bucal con pequeñas ramas fabricaban el siwak, una forma especial de mondadientes muy popular en Arabia que solía utilizar el Profeta
Los dentífricos no eran desconocidos. Sometían a cocción la corteza del nogal hasta consumir el líquido, agregaban sandáraca india, clavo y cilantro machacados, y con la pasta obtenida frotaban los dientes. No sólo se preocuparon por la higiene bucal sino también por encontrar un remedio eficaz para contrarrestar el mal aliento. Preparaban pastillas bucales perfumadoras partiendo del clavo, nuez, madera de naranjo y de cilantro al que agregaban jarabe de cáscara de toronja.
Otro de los métodos para perfumar el aliento era un dentífrico elaborado con juncia, cortezas de cidra, nardo, clavo, nuez moscada, sukk, agáloco, canela, hinojo, cardamomo, cubeta y almizcle, que pulverizaban para luego frotarse los dientes con él.
El sukk era un medicamento compuesto de almizcle, mirobálano, émblico o nuez de agalla y pasa de uva, al que algunos solían agregar aceite de alelí, aceite de oliva y jugo de dátiles. Según Razis también era muy eficiente para los malos olores provenientes del sudor.
Estos polvos se podían amasar con agua de manzana y hacer unas pastillas que, introduciéndolas en la boca por la mañana, perfumaban el aliento durante todo el día.
La coquetería femenina no fue olvidada. Las mujeres decoraban sus manos y pies con alhena (al-henna) y perfilaban sus ojos con sulfuro de antimonio (kohl).
En plena Edad Media, cuando en la España cristiana la higiene personal era una práctica casi desconocida y hasta desaconsejada, en al–Ándalus existía un baño público en cada barrio. Los hammams no solo servían para la limpieza y la distensión física y espiritual; lo mismo que la mezquita y otros lugares públicos, se utilizaban para hacer reuniones políticas y sociales. Era un espacio de encuentro entre vecinos y amigos, donde desaparecía el concepto de clase y de diferencia social. Hombres y mujeres concurrían en horarios distintos, jamás lo hacían juntos, a los niños se les permitía acompañar a sus madres hasta que se notaba que prestaban demasiada atención a los cuerpos femeninos. Ése el era el momento preciso para que se unieran al grupo masculino. Los baños públicos de la España musulmana eran auténticos salones de belleza. En ellos se daban masajes y se aplicaban aceites hidratantes de almendras, rosas, jazmín y narciso. Los cabellos se cuidaban con hojas de añil y henna. También existían depilatorios y sofisticados tratamientos de limpieza para el cutis.
Su influencia en la gastronomía todavía no ha sido reconocida como lo merece. El mundo islámico es un mosaico de tradiciones culinarias. Cada país tiene sus propias preferencias alimentarias. Hay tantos sabores y productos exóticos que se pueden degustar como tantos pueblos musulmanes existen a lo largo del mundo. Si el plato más popular de los marroquíes es el cuscús o couscus, basado en sémola, carne y verduras, los turcos prefieren los pinchitos de carne especiados; los tunecinos, el brik, o especie de hojaldre con un huevo dentro, y los libaneses el humus, que es una pasta de untar basada en garbanzos y sésamo. Casi todos los países de la cuenca mediterránea acostumbran comenzar la comida con los mezze, o aperitivos a modo de
tapas. Son muy variados: desde ensaladas agridulces y especiadas, hasta hojaldres fritos y rellenos, y purés de berenjenas y habas que se extienden sobre el pan a modo de sabrosos patés. Aparte de las restricciones alimentarias impuestas por el Corán, que por ejemplo prohíben entre otras la ingesta de carne de cerdo, los musulmanes disfrutan de la buena mesa y tienen una intensa cultura culinaria. Y más si se tiene en cuenta que los países islámicos están situados, en general, en Oriente y en el Mediterráneo, y que en estas regiones se valora enormemente el arte de cocinar. En el islam, como en otras culturas, el compartir la mesa con amigos y familiares es un acto placentero, que sirve para crear lazos sociales. Nosotros también tenemos numerosas
recetas de origen árabe. En al-Ándalus surgió toda una serie de modas gastronómicas, algunas importadas de Oriente. Por ejemplo, las albóndigas datan de entonces, y su nombre, del árabe al bunduq, significa “la bola”. Las frituras como los huevos fritos, las empanadas, y el arroz con leche son de origen andalusí. Los dulces que hoy conocemos, a los que haremos referencia más adelante, podrían ser de ese mismo origen. Sobre todo, los que se elaboran basándose en miel, almendras y toda clase de frutos secos. Así sucede con el turrón, el piñonate, y otros cuyo nombre procede del árabe como el alajú, los alfajores y las almojábanas. En al-Ándalus nació el ceremonial de mesa que hoy conocemos. Primero las entradas y ensaladas, después los platos fuertes a base de carne y pescado, y por último los postres. Anteriormente se tenía por costumbre servirlos todos al mismo tiempo. Para disfrutar de una buena comida, había que evitar las conversaciones controvertidas y, de ser posible, acompañarla de una música suave de fondo.
Desde la lejana India la berenjena (bandinyana) llega a España para convertirse en uno de los vegetales básicos de la dieta mediterránea. Fue tan apreciada que a los almuerzos a los que asistían numerosos y bulliciosos comensales se los llamaba “berenjenales”.
Para enriquecimiento y fortuna de la cocina hispana y occidental introdujeron las alcachofas (jarshuf) y las espinacas, que usaban para evitar los malos olores de la carne; la sandía de Persia y el Yemen; el melón del Jorasàn; la granada de Siria; el higo de Constantinopla; los espárragos (al-isbiray), el limón (laimon); la naranja (del árabe naranya y éste del persa narangui). El limón y la naranja se usaban para conservar alimentos y con sus jugos elaboraban perfumes. Lograron aclimatar el membrillo, el albaricoque y otras frutas más que procedían de lugares remotos.
Por primera vez las verduras adquirieron importancia por sí mismas. Las asaban, las guisaban o las cocinaban para preparar purés, como el de habas. Las ensaladas, a base de lechugas, berros, y toda clase de plantas silvestres comestibles, se aderezaban con aceite de oliva y se acompañaban con aceitunas verdes o negras,
previamente maceradas en salmuera con hierbas aromáticas, a ls que consideraban como estimulantes del apetito.
Condimentaron las comidas con canela de la China, azafrán (az-za’faran, en persa safran), comino (kammun), jengibre, sésamo o ajonjolí, cilantro, nuez moscada y anís (anisan).
Los cereales, base de la alimentación andalusí, no sólo se utilizaron para elaborar pan sino también gachas, sémolas y sopas. Introdujeron nuevas especies como el trigo negro, el trigo rojo y el tunecino.
Consumían carne de cordero, vaca, cabrito, conejo, venado, así como todo tipo de aves. La preparaban de distintas maneras, asada, guisada o frita.
El pescado, tanto de mar como de río, estuvo presente en las mesas de la España mora. Lo prepararon frito en aceite de oliva, relleno con una masa a base de migas de pan y especias, guisado con nabos, en escabeche y “almori”, que era una pasta que elaboraban con harina, miel, sal pasas de uva, avellanas y almendras
trituradas, que agregaban a las salsas para darles sabor.
Aprovecharon la leche de manera integral no desperdiciando nada de ella. La bebían cuajada, lo que conseguían agregándole cuajo de cabra, y la servían fresca y con miel. Preparaban una manteca espesa que a menudo se batía con sal para conservarla mejor.
El couscous marroquí, plato típico del Magreb traído por los almohades en el siglo XIII, ha pasado definitivamente a formar parte de la cocina internacional. La harira, sopa nacional de Marruecos muy rica en proteínas y vitaminas, es otro de los platos que ingresaron en Europa. Durante el mes de Ramadán cada familia, al prepararla al atardecer, impregna las calles con su aroma. En el desayuno se la acompaña con dátiles, dulces, miel y almendras. Desde Marruecos llegaron las brochetas o “pinchos morunos” de carne entera, picada o de hígado, y los distintos tipos de tayín, guiso de carne, pollo o pescado con abundantes verduras, cocinado en una característica cazuela de barro con tapa cónica. Las tradicionales fatay o esfiha
árabes, con carne de cordero, son muy similares a las empanadas argentinas, llegaron desde la España andalusí traídas por los conquistadores. Utilizaron el azúcar (en árabe, sukar) como edulcorante sustitutivo de la miel. Luego, Cristóbal Colón se encargaría de traer la caña de azúcar al continente americano.
Combinando azúcar y frutas elaboraron jaleas, mermeladas y refrescos con sabor oriental como el arrope (del árabe rubb, jugo), jarabes o siropes (sharub, bebida) y sorbetes. Hasta se ha llegado a especular con la idea de que el dulce de leche podría ser una derivación del arrope. Ar-rubb, que expresa la idea de “jugo de
fruta cocido”, se obtiene por medio de un proceso de cocciones y descansos, reduciendo el líquido hasta lograr que se espese. La leche habría reemplazado al jugo de frutas.
Los xarab, de donde proviene la palabra jarabe, fueron intensamente consumidos por los andalusíes. Era un verdadero cóctel de frutas, especias, flores y hierbas perfumadas y sabrosas.
Otro de los innumerables vocablos heredados de la cultura andalusí es la palabra sorbete (del árabe sherbet). En los largos y calurosos veranos de al-Andalus, calmaban los rigores del sol con esencias de flores y frutos, mezclados con agua fría o hielo. Especialmente en Granada, excavaban pozos de diez metros de profundidad, donde introducían la nieve de Sulayr (Sierra Nevada), que duraba hasta el mes de julio, pero si el pozo era de veinte metros, el hielo duraba todo el año.
Los cereales, base de la alimentación andalusí, no sólo se utilizaron para elaborar pan sino también gachas, sémolas y sopas. Introdujeron nuevas especies como el trigo negro, el trigo rojo y el tunecino.
Las pastas, estrellas indiscutidas y centrales de la gastronomía italiana, serían de origen bereber y eran muy populares en al-Andalus. Los fideos (en árabe, fidaws = crecer, extravasarse) se consumían regularmente cocinados con carne de cordero y, como postre, con leche o miel. Se preparaban partiendo de una masa fluida de harina que luego colocaban en un colador donde la presionaban hasta que se formaban los fideos a través de los agujeros. Comían macarrones (en árabe, atriyya = producto a base de pasta), palabra de la que deriva aletría, con la que en Murcia todavía hoy se llama a los macarrones.
Elaboraban embutidos con diversos derivados de la carne de los animales lícitos, nunca de cerdo, embutiéndolos en sus propios pellejos, para obtener productos como el merguez, especie de salchichas semejantes a las de Francfort pero con carne de cordero.
El escabeche (iskibay) fue un método muy frecuentemente utilizado para conservar carnes y vegetales.
Intencionalmente dejamos el café para el final. Cuenta la historia, de la cual existen varias versiones, que en el siglo VIII un camellero del Yemen tenía mucha dificultad para mantenerse despierto durante la noche leyendo el Corán. Observó que sus camellos, luego de comer los frutos coloreados del cafeto, se mantenían en
constante movimiento. Probó los frutos y el sueño desapareció.
La historia se divulgó rápidamente por toda la península arábiga, especialmente en al ciudad de Mojas o Mokha, que logró celebridad por la manera de preparar el café.
La voz árabe qahwa, a través del turco kahue, dio origen a la palabra café que significa fuerza, vigor.
La planta de cafeto comenzó a cultivarse en el Yemen y en otros lugares de las altiplanicies de Etiopía. A fines del siglo XIII los sufìes yemenitas bebían una cocción de vainas de cafeto cuando necesitaban mantenerse despiertos para orar. En el siglo XV los peregrinos musulmanes que regresaban de La Meca difundieron el uso del café por el mundo islámico. Se bebía desde España hasta Estambul y desde Marruecos hasta el sur de Asia.
En Irán, en la época safavì, aparecen las llamadas qahvejaneh (cafeterías). En 1555 dos sirios abren las primeras cafeterías en Estambul. Los vieneses, luego del sitio de Viena de 1683, fueron los primeros europeos que prepararon el “café a la turca”.
El famoso café turco o árabe se muele muy fino y se prepara en una cacerolita de cobre. Se toma con o sin azúcar.
El elevado costo de importación hace que hoy se consuma poco café en el mundo islámico por lo que fue sustituido por el té, que se ha convertido en bebida popular. En Marruecos se bebe té verde servido en vaso grande con una hoja de menta o hierbabuena; en Irán, Turquía y Afganistán consumen té de la India y Sri Lanka a cualquier hora del día, preparado en el samovar de origen ruso, poniendo té muy cargado en la tetera y agua caliente debajo.
Para finalizar, podemos afirmar que resulta curioso observar que muchas supersticiones de origen persa fueron difundidas por los árabes en al-Andalus para luego quedar definitivamente implantadas en España.
Los antojos de las embarazadas; los niños que juegan con fuego se orinan en la cama por las noches; romper espejos trae mala suerte; si en una reunión de varias personas se interrumpe la conversación es porque pasa un ángel; poner una escoba detrás de la puerta para que se aleje el visitante indeseado; el mal agüero del número 13; etc. ¿Quién no las ha oído de labios de una abuela?
Todos estos conocimientos, costumbres, alimentos, recetas y supersticiones, así como muchos otros más que hemos omitido accidental o voluntariamente, nacieron, se introdujeron o se desarrollaron bajo el ala del islam. Occidente ha sido demasiado injusto hablando exclusivamente de la influencia grecorromana..
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Re: VIDA MEDIEVAL
ESPECIAS, HIERBAS Y CONDIMENTOS MÁS USADOS EN LA COCINA MEDIEVAL
Aquí algunas de las especias, hierbas y condimentos más utilizados en la época medieval
ESPECIAS
Jengibre
Tiene un sabor ligeramente picante y muy aromático y combina bien con platos dulces y salados. Probablemente fue la especia favorita de la Edad Media (tras la pimienta), aunque en el Renacimiento parece perder terreno ante la canela. Se usa la raíz pelada y picada o, si no hay a mano, el polvo de ésta.
Canela
Probablemente la especia favorita del Renacimiento (dejando a un lado la pimienta). Tiene propiedades antisépticas y, sobretodo, es muy aromática y deliciosa.
Azafrán
Hoy la especie más cara del mundo y tampoco barata en la Edad Media. Alegra el paladar y la vista.
Cardamomo o Granos de Paraíso
Semilla de sabor muy fuerte pero refrescante, a usar con delicadeza para los mejores resultados.
Nuez moscada
Aromática y algo picante.
Flor de macís
Es la cáscara de la nuez moscada, de sabor parecido a dicha nuez, pero más amargo.
Pimienta
Probablemente la negra, aunque la blanca y la verde pueden también haber sido utilizadas ya que proceden de la misma planta (son tratadas de diferente forma). La pimienta roja procede de América por lo que no hubiera sido usada en la época que nos ocupa.
Clavos (de olor)
Otro para usar con cuidado, pero imprescindible en la cocina medieval y renacentista. Tan asociado a los banquetes que incluso "huele a medieval".
Cilantro o culantro (las "semillas")
Lo que nos parecen semillas son en realidad las frutas de la planta secas. Tienen un sabor diferente al de las hojas por lo que no se deben sustituir mutuamente.
HIERBAS
Quizás las más populares fueran el perejil, el cilantro y la menta/yerbahuerto/hierbabuena. Pero también hierbas como la mejorana y la salvia aparecen bastante. A menudo aparecen en combinación, embadurnadas sobre la carne o dando sabor a la sopa. El gusto por el cilantro y el hierbahuerto en los platos salados ha perdurado en la cocina canaria y de algunos países latinoamericanos.
Una lista más completa sería:
* Ajedrea
* Cilantro
* Hinojo
* Mejorana
* Orégano
* Menta o yerbabuena o yerbahuerto
* Mostaza
* Perejil (también se usaba la raíz)
* Ruda
* Salvia
* Tomillo
OTROS CONDIMENTOS
El sabor predominante en la cocina era el agridulce. El azúcar con agraz (zumo de uvas verdes, ácidas o equivalente) o vinagre o zumo de naranjas (amargas en aquella época) es una combinación favorita. Los limones también se usaban pero menos que las naranjas, que se usaban para lo que hoy el limón (pescados, dar un toque agrio, etc.). También juegan un gran papel la leche de almendras (agua batida junto con almendras machacadas y aromatizadas), el agua de rosas y el vino. El lardo (o beicon) se usa tanto para obtener manteca como para suavizar las carnes y dar sabor a las verduras.
CONSERVACIÓN DE LOS ALIMENTOS
Es importante examinar los métodos de conservación de los alimentos adoptados desde la Edad Media, ya que no será hasta los siglos XVIII y XIX cuando se produzcan significativas innovaciones. Resumiendo mucho, podemos nombrar los cuatro "elementos" a los que se recurría para evitar el deterioro de los alimentos:
* HIELO
* AIRE
* SAL
* HUMO
Obviamente a cada uno correspondía un método de conservación :
* ENFRIAR/ CONGELAR
* CURAR
* SAZONAR
* AHUMAR
Ya en el Medievo existían, sobre todo en el Norte de Europa, en especial en las regiones alpinas y prealpinas, depósitos de nieve y hielo, y se conocían las propiedades conservadoras de la refrigeración. Se trataba de locales -llamados neveras o heleras- , muchas veces en piedra y aislados de las variaciones térmicas, con un bajo grado de humedad para evitar las formaciones de agua de condensación, donde el hielo y la nieve se acumulaban en las estaciones frías y de los que se podían extraer reservas hasta que se agotaban.
Sabemos que en el régimen alimenticio de todas las clases sociales, eran fundamentales los cereales y su conservación fue siempre un problema de supervivencia urgente. Podían ser almacenados en forma de granos enteros o ya molidos en harina, pero era necesario evitar, para el grano, la germinación intempestiva, y en cualquier caso que la presencia de microorganismos y moho comprometiera la comestibilidad: por ello estaba muy extendida su desecación al sol y al aire. Sabemos que se podían tostar y utilizar durante todo el año.
Aquí algunas de las especias, hierbas y condimentos más utilizados en la época medieval
ESPECIAS
Jengibre
Tiene un sabor ligeramente picante y muy aromático y combina bien con platos dulces y salados. Probablemente fue la especia favorita de la Edad Media (tras la pimienta), aunque en el Renacimiento parece perder terreno ante la canela. Se usa la raíz pelada y picada o, si no hay a mano, el polvo de ésta.
Canela
Probablemente la especia favorita del Renacimiento (dejando a un lado la pimienta). Tiene propiedades antisépticas y, sobretodo, es muy aromática y deliciosa.
Azafrán
Hoy la especie más cara del mundo y tampoco barata en la Edad Media. Alegra el paladar y la vista.
Cardamomo o Granos de Paraíso
Semilla de sabor muy fuerte pero refrescante, a usar con delicadeza para los mejores resultados.
Nuez moscada
Aromática y algo picante.
Flor de macís
Es la cáscara de la nuez moscada, de sabor parecido a dicha nuez, pero más amargo.
Pimienta
Probablemente la negra, aunque la blanca y la verde pueden también haber sido utilizadas ya que proceden de la misma planta (son tratadas de diferente forma). La pimienta roja procede de América por lo que no hubiera sido usada en la época que nos ocupa.
Clavos (de olor)
Otro para usar con cuidado, pero imprescindible en la cocina medieval y renacentista. Tan asociado a los banquetes que incluso "huele a medieval".
Cilantro o culantro (las "semillas")
Lo que nos parecen semillas son en realidad las frutas de la planta secas. Tienen un sabor diferente al de las hojas por lo que no se deben sustituir mutuamente.
HIERBAS
Quizás las más populares fueran el perejil, el cilantro y la menta/yerbahuerto/hierbabuena. Pero también hierbas como la mejorana y la salvia aparecen bastante. A menudo aparecen en combinación, embadurnadas sobre la carne o dando sabor a la sopa. El gusto por el cilantro y el hierbahuerto en los platos salados ha perdurado en la cocina canaria y de algunos países latinoamericanos.
Una lista más completa sería:
* Ajedrea
* Cilantro
* Hinojo
* Mejorana
* Orégano
* Menta o yerbabuena o yerbahuerto
* Mostaza
* Perejil (también se usaba la raíz)
* Ruda
* Salvia
* Tomillo
OTROS CONDIMENTOS
El sabor predominante en la cocina era el agridulce. El azúcar con agraz (zumo de uvas verdes, ácidas o equivalente) o vinagre o zumo de naranjas (amargas en aquella época) es una combinación favorita. Los limones también se usaban pero menos que las naranjas, que se usaban para lo que hoy el limón (pescados, dar un toque agrio, etc.). También juegan un gran papel la leche de almendras (agua batida junto con almendras machacadas y aromatizadas), el agua de rosas y el vino. El lardo (o beicon) se usa tanto para obtener manteca como para suavizar las carnes y dar sabor a las verduras.
CONSERVACIÓN DE LOS ALIMENTOS
Es importante examinar los métodos de conservación de los alimentos adoptados desde la Edad Media, ya que no será hasta los siglos XVIII y XIX cuando se produzcan significativas innovaciones. Resumiendo mucho, podemos nombrar los cuatro "elementos" a los que se recurría para evitar el deterioro de los alimentos:
* HIELO
* AIRE
* SAL
* HUMO
Obviamente a cada uno correspondía un método de conservación :
* ENFRIAR/ CONGELAR
* CURAR
* SAZONAR
* AHUMAR
Ya en el Medievo existían, sobre todo en el Norte de Europa, en especial en las regiones alpinas y prealpinas, depósitos de nieve y hielo, y se conocían las propiedades conservadoras de la refrigeración. Se trataba de locales -llamados neveras o heleras- , muchas veces en piedra y aislados de las variaciones térmicas, con un bajo grado de humedad para evitar las formaciones de agua de condensación, donde el hielo y la nieve se acumulaban en las estaciones frías y de los que se podían extraer reservas hasta que se agotaban.
Sabemos que en el régimen alimenticio de todas las clases sociales, eran fundamentales los cereales y su conservación fue siempre un problema de supervivencia urgente. Podían ser almacenados en forma de granos enteros o ya molidos en harina, pero era necesario evitar, para el grano, la germinación intempestiva, y en cualquier caso que la presencia de microorganismos y moho comprometiera la comestibilidad: por ello estaba muy extendida su desecación al sol y al aire. Sabemos que se podían tostar y utilizar durante todo el año.
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Re: VIDA MEDIEVAL
PELUQUERÍA EN LA EDAD MEDIA
Después de la caída del imperio romano, Europa occidental es invadida por los bárbaros, y al no existir un poder central organizador fuerte, la vida vuelve a hacerse rural.
Los territorios ocupados se organizaron en feudos, latifundios en los que el pequeño propietario y el artesano se ponían al servicio y bajo la protección del propietario mediante el sistema de vasallaje.
La estructura social da lugar a una economía cerrada en la que el principal peso del trabajo cae sobre el vasallo, y solo se produce lo que se consume.
La agricultura y la ganadería son las bases de la subsistencia humana y el intercambio comercial en Europa es muy escaso.
El cristianismo se expande por toda Europa, y la iglesia se ha hecho represora, es la única estructura organizada con poder general. A partir del siglo XI con los progresos técnicos aumenta la productividad y las ciudades se convierten en centros de comercialización de los excedentes.
Es una nueva fase expansiva de la economía y un nuevo desarrollo de las ciudades y las actividades propias de ellas, estas se practicaban en gremios que eran cofradías de trabajadores del mismo oficio, para la realización de las diversas actividades cada oficio tenia unos grados, aprendiz, oficial, y maestro.
La Profesión
La iglesia y la vida rural hacia que todo lo que estuviera destinado a ensalzar la belleza corporal hacen que disminuya
muchas de las actividades que ganaron importancia y desarrollo en las ciudades de la antigüedad. En el ámbito privado circularon entre las mujeres de las clases altas gran cantidad de recetas y técnicas destinadas al embellecimiento con ingredientes insospechados.
Depilatorios diversos como la cal viva, depilación con pinzas, con ayuda de los dedos impregnados en pez o también con agujas calientes clavadas en el bulbo piloso.
Perfumes para la piel y cabellos con almizcle, clavo, nuez moscada, y cardamomo.
Para maquillarse utilizaban heces de cocodrilo, sesos de jabalí secos, y pulverizados o dientes de animales triturados y mezclados con aceites.
Para teñir los cabellos blancos utilizaban una pasta hecha de ceniza de sarmientos de vid y de fresno macerados y cocidos durante medio día en vinagre y con ello recubría los cabellos toda la noche.
Los hombres tenían el cabello largo ya que significaba virilidad y libertad, de ahí que los esclavos y los miembros del clero estuvieran tonsurados (coronilla afeitada). Finales del siglo XII el barbero afeitaba, recortaba barbas y se ocupaba de la cirugía menor que en aquel tiempo consistía en cuidar heridas, cauterizar, extraer pinzas delantales y
sangrar a los clientes con sanguijuelas.
La higiene corporal tenía cierta importancia, en especial la lucha contra los piojos y la caspa. Se sabe que existieron pocas lavadoras de cabeza.
Peinados
En cuanto al peinado, las conveniencias exigían a las mujeres disponer sus cabellos ordenadamente reunidos en una trenza o divididos con una ralla central y dos trenzas cayendo sobre los hombros o recogidas en la frente. Las mujeres casadas, además, debían encerrar la trenza con una toca.
Como único adorno se usaban tocados sencillos que servían más para ocultar los cabellos que para destacar el rostro. Las más humildes tejían en sus cabellos trenzas de todo tipo que generalmente nunca dejaban caer, sino que se enroscaban encima o alrededor de la cabeza formando originales recogidos. Sus únicos recursos para hacerlo eran peines de madera e hilos de lana.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues era lo único que tenían a su alcance.
El cambio de color no era muy bien visto.
Las leyes medievales afirman que el tocar o arrancar parte de la barba o los cabellos será castigado con fuertes multas de dinero o con castigos corporales.
Bajo la influencia de la moda francesa, los jóvenes nobles se afeitan la frente y dejan caer los cabellos rizados por la espalda. Los cortesanos de los siglos XII y XIII demostraban gran interés por los cabellos largos y rizados. Las pintas de los rizos podían ir hacia adentro o afuera, llamándose en este caso el peinado de “viruta” por asemejarse a la forma de las virutas de madera después de un cepillado.
Las mujeres llevaron el pelo largo durante toda la Edad Media. En los siglos XII y XIII también los llevaron rizados como los hombres.
Desde mediados del siglo XII, procedente de Francia, aparece la “Venda” que consiste en una venda que se usaba rodeando la barbilla y una banda rígida rodeando la cabeza en forma de corona.
Aparecen las tenacillas calientes en el siglo XIII.
Uno de los peinados clásicos del siglo XIV se basa en dos trenzados amplios que caen por las mejillas rodeando las orejas y casi siempre sostenidos por una red.
En los países nórdicos, se llevan los grandes tocados de formas voluminosas que hacen parecer la figura femenina más
delicada. Al principio se llevaban sobre las orejas pequeñas formas de cuernos sostenidas por una red. Eran muy utilizados el tocado de aguja o hennin, el tocado turbante, que tenía un velo cosido en la parte alta. Es clásico también el tocado en forma de “maceta” invertida sobre la cabeza.
También para estilizar la cara se procura levantar los cabellos. El ideal de belleza consiste en una clara frente redondeada y alta, los cabellos de las sienes se retiran hasta el borde de las cofias. Se depilan las cejas y el cabello de la frente. La depilación se realiza con piedra pómez y mezclas de extravagantes productos (huevos de hormiga, etc.)
Solamente, las jovencitas llevaban los cabellos sueltos, y en todo caso, según su categoría una pequeña diadema.
Les gusta cambiar el color de sus cabellos pero el rojo no estaba bien visto en la época.
El ideal de hombre de la época es el jovencito delgado y de fino talle. Los cabellos se llevan medianos, ligeramente
ondulados y a veces los cabellos cortos en la frente y con un bucle hacia adentro. El pueblo llano estaba obligado a llevar el pelo corto. En general, no llevan barbas, solo los señores mayores como símbolo de dignidad y sabiduría. El largo manto, un privilegio de las clases altas, deja paso a la falda corta: mallas para las piernas, un breve jubón y una chupa entallada con una falda corta.
En el siglo XV, la moda masculina se torna cambiante. Las espaldas rellenas y los hombros abuchonados hacen al hombre más esbelto, de talle más estrecho. Llevan los cabellos cortos.
El cabello de los monjes se peina de forma radial desde el remolino hacia fuera en todos los sentidos, se corta por encima de las orejas y alrededor de las orejas.
A mediados de siglo, sobre todo los jovencitos, llevan la cabeza llena de grandes rulos que se realizan con tenacillas. A veces se entrelazan con cintas y el peinado masculino se afemina. .
Después de la caída del imperio romano, Europa occidental es invadida por los bárbaros, y al no existir un poder central organizador fuerte, la vida vuelve a hacerse rural.
Los territorios ocupados se organizaron en feudos, latifundios en los que el pequeño propietario y el artesano se ponían al servicio y bajo la protección del propietario mediante el sistema de vasallaje.
La estructura social da lugar a una economía cerrada en la que el principal peso del trabajo cae sobre el vasallo, y solo se produce lo que se consume.
La agricultura y la ganadería son las bases de la subsistencia humana y el intercambio comercial en Europa es muy escaso.
El cristianismo se expande por toda Europa, y la iglesia se ha hecho represora, es la única estructura organizada con poder general. A partir del siglo XI con los progresos técnicos aumenta la productividad y las ciudades se convierten en centros de comercialización de los excedentes.
Es una nueva fase expansiva de la economía y un nuevo desarrollo de las ciudades y las actividades propias de ellas, estas se practicaban en gremios que eran cofradías de trabajadores del mismo oficio, para la realización de las diversas actividades cada oficio tenia unos grados, aprendiz, oficial, y maestro.
La Profesión
La iglesia y la vida rural hacia que todo lo que estuviera destinado a ensalzar la belleza corporal hacen que disminuya
muchas de las actividades que ganaron importancia y desarrollo en las ciudades de la antigüedad. En el ámbito privado circularon entre las mujeres de las clases altas gran cantidad de recetas y técnicas destinadas al embellecimiento con ingredientes insospechados.
Depilatorios diversos como la cal viva, depilación con pinzas, con ayuda de los dedos impregnados en pez o también con agujas calientes clavadas en el bulbo piloso.
Perfumes para la piel y cabellos con almizcle, clavo, nuez moscada, y cardamomo.
Para maquillarse utilizaban heces de cocodrilo, sesos de jabalí secos, y pulverizados o dientes de animales triturados y mezclados con aceites.
Para teñir los cabellos blancos utilizaban una pasta hecha de ceniza de sarmientos de vid y de fresno macerados y cocidos durante medio día en vinagre y con ello recubría los cabellos toda la noche.
Los hombres tenían el cabello largo ya que significaba virilidad y libertad, de ahí que los esclavos y los miembros del clero estuvieran tonsurados (coronilla afeitada). Finales del siglo XII el barbero afeitaba, recortaba barbas y se ocupaba de la cirugía menor que en aquel tiempo consistía en cuidar heridas, cauterizar, extraer pinzas delantales y
sangrar a los clientes con sanguijuelas.
La higiene corporal tenía cierta importancia, en especial la lucha contra los piojos y la caspa. Se sabe que existieron pocas lavadoras de cabeza.
Peinados
En cuanto al peinado, las conveniencias exigían a las mujeres disponer sus cabellos ordenadamente reunidos en una trenza o divididos con una ralla central y dos trenzas cayendo sobre los hombros o recogidas en la frente. Las mujeres casadas, además, debían encerrar la trenza con una toca.
Como único adorno se usaban tocados sencillos que servían más para ocultar los cabellos que para destacar el rostro. Las más humildes tejían en sus cabellos trenzas de todo tipo que generalmente nunca dejaban caer, sino que se enroscaban encima o alrededor de la cabeza formando originales recogidos. Sus únicos recursos para hacerlo eran peines de madera e hilos de lana.
A menudo, se usaban flores como ornamento, pues era lo único que tenían a su alcance.
El cambio de color no era muy bien visto.
Las leyes medievales afirman que el tocar o arrancar parte de la barba o los cabellos será castigado con fuertes multas de dinero o con castigos corporales.
Bajo la influencia de la moda francesa, los jóvenes nobles se afeitan la frente y dejan caer los cabellos rizados por la espalda. Los cortesanos de los siglos XII y XIII demostraban gran interés por los cabellos largos y rizados. Las pintas de los rizos podían ir hacia adentro o afuera, llamándose en este caso el peinado de “viruta” por asemejarse a la forma de las virutas de madera después de un cepillado.
Las mujeres llevaron el pelo largo durante toda la Edad Media. En los siglos XII y XIII también los llevaron rizados como los hombres.
Desde mediados del siglo XII, procedente de Francia, aparece la “Venda” que consiste en una venda que se usaba rodeando la barbilla y una banda rígida rodeando la cabeza en forma de corona.
Aparecen las tenacillas calientes en el siglo XIII.
Uno de los peinados clásicos del siglo XIV se basa en dos trenzados amplios que caen por las mejillas rodeando las orejas y casi siempre sostenidos por una red.
En los países nórdicos, se llevan los grandes tocados de formas voluminosas que hacen parecer la figura femenina más
delicada. Al principio se llevaban sobre las orejas pequeñas formas de cuernos sostenidas por una red. Eran muy utilizados el tocado de aguja o hennin, el tocado turbante, que tenía un velo cosido en la parte alta. Es clásico también el tocado en forma de “maceta” invertida sobre la cabeza.
También para estilizar la cara se procura levantar los cabellos. El ideal de belleza consiste en una clara frente redondeada y alta, los cabellos de las sienes se retiran hasta el borde de las cofias. Se depilan las cejas y el cabello de la frente. La depilación se realiza con piedra pómez y mezclas de extravagantes productos (huevos de hormiga, etc.)
Solamente, las jovencitas llevaban los cabellos sueltos, y en todo caso, según su categoría una pequeña diadema.
Les gusta cambiar el color de sus cabellos pero el rojo no estaba bien visto en la época.
El ideal de hombre de la época es el jovencito delgado y de fino talle. Los cabellos se llevan medianos, ligeramente
ondulados y a veces los cabellos cortos en la frente y con un bucle hacia adentro. El pueblo llano estaba obligado a llevar el pelo corto. En general, no llevan barbas, solo los señores mayores como símbolo de dignidad y sabiduría. El largo manto, un privilegio de las clases altas, deja paso a la falda corta: mallas para las piernas, un breve jubón y una chupa entallada con una falda corta.
En el siglo XV, la moda masculina se torna cambiante. Las espaldas rellenas y los hombros abuchonados hacen al hombre más esbelto, de talle más estrecho. Llevan los cabellos cortos.
El cabello de los monjes se peina de forma radial desde el remolino hacia fuera en todos los sentidos, se corta por encima de las orejas y alrededor de las orejas.
A mediados de siglo, sobre todo los jovencitos, llevan la cabeza llena de grandes rulos que se realizan con tenacillas. A veces se entrelazan con cintas y el peinado masculino se afemina. .
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Re: VIDA MEDIEVAL
VESTIMENTA MEDIEVAL - LOS VASCOS
La historia sorprende ya a los vascos poseyendo pieles, telas o tejidos, cuerdas, cintas, vendas, hilos, redes, agujas, alfileres, brazaletes, hebillas, collares, correas y abarkas además del vestido. La palabra apaindu significaría ataviarse y quizá, también, calzarse.
De la época romana y cartaginesa se poseen pocas noticias. Parece ser que el vasco usaba calzón sesgado sujeto por medio de cintas a las rodillas, pequeño manto de lana negra sobre la espalda y calzado de piel de cabra. Su cabeza, siempre descubierta, y su cabello, largo, sujeto por una redecilla de hilo. Sus armas de combate eran la ezpata "espada", aizkora "hacha", gezia "flecha", el chuzo y la guadaña.
La ballesta se empieza a usar en el siglo X. (Labayru, Hist. de Bizcaya, I. p. 630). No se hubiera sabido nada sobre la vestimenta vasca en la alta edad media a no ser por un pasaje de Aimonio, consignado en el lib. 5, cap. 2. Se refiere la escena al año 785. Cuenta cómo el joven Ludovico se hallaba en la Aquitania y cómo el padre recelaba que pudiera aprender las costumbres de aquellas gentes. Para evitarle le llamó para que abandonara la Aquitania y fuera a hacerle compañía. Ludovico obedeció presentándose ante su padre Carlomagno vestido al uso de los vascones y acompañado de otros jóvenes de la misma edad vistiendo el mismo traje, que se componía de una túnica exterior redonda, camisa de mangas sueltas, calzones largos, calzas con espuelas y una lanza arrojadiza en la mano. El texto es éste: Cui filius Ludovicus, pro sapere et posee obedienter parens, occurrit ad patris proesentiam, habitu Vasconum cum cooevis sibi pueris indutus, amiculo scilicet rotundo, manicis manisioe diffusis, cruralibus distentis, calcaribus caligis insertis, missile manu ferens. Su hijo Ludovico, que le prestaba obediencia según su saber y poder, le sale al encuentro para presentarse a él, su padre, vestido a la usanza de los vascos como los niños coetáneos a él, es decir, con una túnica corta, ceñida y redonda en su remate inferior, con las mangas extendidas por las manos, con perneras [calzas] extendidas [largas], con botas rematadas con espuelas, llevando en la mano una lanza.
El peregrino Aymeric Picaud, del siglo XIII, nos dice que los vascos visten al uso de los escoceses... "de paños negros y cortos que bajan solamente hasta las rodillas y usan de un calzado que llaman lavarcas, hechas de cuero peludo, esto es, sin curtir, y las atan con correas alrededor del pie, cubriendo solamente las plantas y dejando desnudas las bases. Usan de unas capillas negras de lana, largas hasta los codos, en forma de aletas frangeantes, a las que llaman saias. A donde quiera que salga el navarro o vasco, pende del cuello un cuerno, a usanza de cazador, y suele llevar en la diestra dos o tres auconas" (flechas). En la Edad Media usaban una túnica exterior redonda, sujeta por un cinturón, camisa de larga manga y suelta,. de las llamadas perdidas, y calzón. Los infantes o peones montañeses vestían pieles de oso o de cabra en forma de saco sujeto con cinturón. Según Marineo Siculo, los vizcaínos, aunque pocos, usaban yelmo con penachos y cota, pero este abrigo y defensa parece privativo de los caballeros y jefes de mesnada. Esta armadura se habría generalizado y extendido a los peones a partir del siglo XIII, en el XIV. .
La historia sorprende ya a los vascos poseyendo pieles, telas o tejidos, cuerdas, cintas, vendas, hilos, redes, agujas, alfileres, brazaletes, hebillas, collares, correas y abarkas además del vestido. La palabra apaindu significaría ataviarse y quizá, también, calzarse.
De la época romana y cartaginesa se poseen pocas noticias. Parece ser que el vasco usaba calzón sesgado sujeto por medio de cintas a las rodillas, pequeño manto de lana negra sobre la espalda y calzado de piel de cabra. Su cabeza, siempre descubierta, y su cabello, largo, sujeto por una redecilla de hilo. Sus armas de combate eran la ezpata "espada", aizkora "hacha", gezia "flecha", el chuzo y la guadaña.
La ballesta se empieza a usar en el siglo X. (Labayru, Hist. de Bizcaya, I. p. 630). No se hubiera sabido nada sobre la vestimenta vasca en la alta edad media a no ser por un pasaje de Aimonio, consignado en el lib. 5, cap. 2. Se refiere la escena al año 785. Cuenta cómo el joven Ludovico se hallaba en la Aquitania y cómo el padre recelaba que pudiera aprender las costumbres de aquellas gentes. Para evitarle le llamó para que abandonara la Aquitania y fuera a hacerle compañía. Ludovico obedeció presentándose ante su padre Carlomagno vestido al uso de los vascones y acompañado de otros jóvenes de la misma edad vistiendo el mismo traje, que se componía de una túnica exterior redonda, camisa de mangas sueltas, calzones largos, calzas con espuelas y una lanza arrojadiza en la mano. El texto es éste: Cui filius Ludovicus, pro sapere et posee obedienter parens, occurrit ad patris proesentiam, habitu Vasconum cum cooevis sibi pueris indutus, amiculo scilicet rotundo, manicis manisioe diffusis, cruralibus distentis, calcaribus caligis insertis, missile manu ferens. Su hijo Ludovico, que le prestaba obediencia según su saber y poder, le sale al encuentro para presentarse a él, su padre, vestido a la usanza de los vascos como los niños coetáneos a él, es decir, con una túnica corta, ceñida y redonda en su remate inferior, con las mangas extendidas por las manos, con perneras [calzas] extendidas [largas], con botas rematadas con espuelas, llevando en la mano una lanza.
El peregrino Aymeric Picaud, del siglo XIII, nos dice que los vascos visten al uso de los escoceses... "de paños negros y cortos que bajan solamente hasta las rodillas y usan de un calzado que llaman lavarcas, hechas de cuero peludo, esto es, sin curtir, y las atan con correas alrededor del pie, cubriendo solamente las plantas y dejando desnudas las bases. Usan de unas capillas negras de lana, largas hasta los codos, en forma de aletas frangeantes, a las que llaman saias. A donde quiera que salga el navarro o vasco, pende del cuello un cuerno, a usanza de cazador, y suele llevar en la diestra dos o tres auconas" (flechas). En la Edad Media usaban una túnica exterior redonda, sujeta por un cinturón, camisa de larga manga y suelta,. de las llamadas perdidas, y calzón. Los infantes o peones montañeses vestían pieles de oso o de cabra en forma de saco sujeto con cinturón. Según Marineo Siculo, los vizcaínos, aunque pocos, usaban yelmo con penachos y cota, pero este abrigo y defensa parece privativo de los caballeros y jefes de mesnada. Esta armadura se habría generalizado y extendido a los peones a partir del siglo XIII, en el XIV. .
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Re: VIDA MEDIEVAL
Uno de los inventos más importantes en el inicio de la EM fue la cota de malla que se desarrolla desde los siglos X a XIV, y los tejidos de punto.
Los bárbaros introducen la costumbre de llevar calzones, pegados a la pierna, bordados y adornadas, ahora las túnicas empiezan a tener mangas más largas. Las capas de lana rectangulares (clámides) se hacen más amplias. Los bárbaros usaban dos colores, uno en el lado izquierdo, y otro en el derecho.
El Bizancio aporta lujo y gran variedad de telas, seda y ricos bordados en oro y piedras preciosas.
Aparecen los mantos en forma de capas, eran símbolos de status además de proteger del frío, en color oscuro significaban el duelo de la persona que lo portaba.
A la llegada de los árabes se comienzan a utilizar nuevas telas, e imponían su moda a los pueblos que dominaban, consistía en pantalones anchos (zaragüelles), faja, turbante y túnica abotonada y ajustada (aljuba, vestidura morisca, especie de gabán con mangas cortas y estrechas), faja turbante y gorro semicónico
Los españoles al iniciar la reconquista, comienzan a utilizar la camisa como ropa interior y encima varias túnicas superpuestas, que terminaban con el brial.
Las novias llevaban el mejor vestido que tuvieran independientemente del color que fuera, tejidos de algodón y lino.
Las mujeres más pudientes solían llevar tres o 4 prendas:
Ropa interior: la camisa, hasta los pies ellas y ellos hasta la rodilla, el tejido de lino, sin adornos hasta evolucionar en el barroco con ellos, las mangas y los cuellos sobresalían del vestido principal, y las bragas, que eran como unos pantalones, a estas se sujetaban las calzas (como nuestras medias pero de paño o de cuero y por lo general muy elevadas y de variados tamaños), que cubrían las piernas desde el tobillo hasta la rodilla por medio de unas correas entrelazadas.
Ellos llevaban calzones podían ser de tela, similares a un pantalón actual .
Encima de las sayas, se ponía el brial (sujeto con pasadores)que es el vestido de seda o de cualquier tela costosa y rica que usaron las mujeres ceñido a la cintura y bajando en redondo hasta los pies, mucho más largo que la saya, aunque ambos tenían la misma hechura. También se llamó así al faldón de seda o tela que traían los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas. Para ajustar estás prendas se abren por los costados y se encordan. Las mangas anchas y más cortas que las interiores, decoradas con perlas y pasamanería. Las clases altas se adornaban también con un cinturón, el cual era muy largo llegando a los tobillos, estaban engarzados con piedras preciosas.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
La cota estaba cubierta por otra prenda, el SURCOTTE o sobrevesta, que podía ir sin mangas o con ellas y estaba confeccionada en tejidos más lujosos que la cota, además solía ir lujosamente forrada.
A finales del XIII, principios del XIX, esta prenda va evolucionando de forma, se acorta por delante y se transforma en una prenda abierta (como un chaleco largo) y su uso duraría mucho tiempo.
Calzado: sandalias, zuecos y borceguíes (como botas militares), y los zapatos muy puntiagudos e incluso las mismas calzas, que a menudo llevaban adheridas al pie unas suelas puntiagudas y largas según la clase social, no todos llevaban calzado, a partir del siglo XIV y XV hasta el XVII evolucionan los altos chapines (especie de chanclos con corcho muy grueso sobre la suela), que los llevaban las señoras elegantes.
Ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.
En la cabeza, crespinas, que empezaron siendo para la nobleza, y poco a poco pasó a llevarse debajo de las armaduras y utilizado en tosas las clases sociales para el frío. Las mujeres esperaban a casarse para cubrirse el cabello, como símbolo de modestia y caridad cristiana, se casaban con 15 años o incluso antes. El pelo lo llevaban o bien suelto, o en dos trenzas, también llevaban tocados a los que a veces se les añadía una redecilla de pelo, un velo, una corona…La soltera podía llevar además guirnaldas de flores (la corona virginal).
Los hombres y los niños solían llevar además de las crespinas una especie de capuchas llamadas Hood.
De abrigo se utilizaban prendas de lana, mantos, capas estas se denominan COTAS y eran más largas en la mujer, normalmente se confeccionaban en lana, aunque también los había, como por ejemplo el BRUNETTE, que provablemente fuera de seda,y los albornoces, de imitación arábiga, que era otra capa cerrada hacia el pecho pero abierta y de gran vuelo por abajo y en los últimos siglos de la época se acortaron la capa y los sobretodos que antes llegaban hasta los talones.
Los botones se utilizan desde la prehistoria, pero se empiezan a fabricar en serie en en siglo XII. Durante la edad media eran de cuerno y de cristal. Siempre presente en el vestuario masculino.
Los guantes. En los siglos XII y XIII, Italia, Francia y España rivalizaron en la industria del guante. Se fabricaron guantes perfumados con aceite de jazmín, ámbar, aceite de cedro, azahar y rosa, que estuvieron de moda durante mucho tiempo.
Entre los hombres, la idea del reto se asociaba siempre al acto de arrojar el guante.
En la Edad Media no se permitía que una persona tuviera sus manos enguantadas en presencia de un superior.
Los labradores utilizaban guantes de tres dedos.
Los laicos llevaban una prenda en la cabeza, parecida a una capucha llamada AUMUSSE cuando estaban fuera de casa.
Nace un nuevo tipo de mujer: la religiosa.
La ropa de los nobles era envidiada y copiada más mal que bien por la gente del pueblo, que la hacía como podía.
La vestimenta se adecua mucho a las necesidades laborales y al bolsillo de cada uno de los habitantes de un pueblo.
La ropa era algo importante que pasaba de padres a hijos y se recosía múltiples veces. Así que una familia podía utilizar ropajes de sus abuelos y estaban muy agradecidos por ello. Los colores pardos, grises, marrones, naranjas, era lo que predominaba. Tejidos muy bastos, que taparan bien en invierno y en verano, ya que el sol de justicia trabajando en el campo de sol a sol era mortal.
La vestimenta de las aldeanas nunca eran largos (en la nobleza y en la gente pudiente, tenían que bailar dando pasos hacia atrás para no pisar el vestido) lo llevaban a un palmo por debajo de la rodilla, para que no molestase al faenar.
Una curiosidad, tenían la costumbre de guardar el dinero atándolo con un nudo en los bordes de la camisa .
Los bárbaros introducen la costumbre de llevar calzones, pegados a la pierna, bordados y adornadas, ahora las túnicas empiezan a tener mangas más largas. Las capas de lana rectangulares (clámides) se hacen más amplias. Los bárbaros usaban dos colores, uno en el lado izquierdo, y otro en el derecho.
El Bizancio aporta lujo y gran variedad de telas, seda y ricos bordados en oro y piedras preciosas.
Aparecen los mantos en forma de capas, eran símbolos de status además de proteger del frío, en color oscuro significaban el duelo de la persona que lo portaba.
A la llegada de los árabes se comienzan a utilizar nuevas telas, e imponían su moda a los pueblos que dominaban, consistía en pantalones anchos (zaragüelles), faja, turbante y túnica abotonada y ajustada (aljuba, vestidura morisca, especie de gabán con mangas cortas y estrechas), faja turbante y gorro semicónico
Los españoles al iniciar la reconquista, comienzan a utilizar la camisa como ropa interior y encima varias túnicas superpuestas, que terminaban con el brial.
Las novias llevaban el mejor vestido que tuvieran independientemente del color que fuera, tejidos de algodón y lino.
Las mujeres más pudientes solían llevar tres o 4 prendas:
Ropa interior: la camisa, hasta los pies ellas y ellos hasta la rodilla, el tejido de lino, sin adornos hasta evolucionar en el barroco con ellos, las mangas y los cuellos sobresalían del vestido principal, y las bragas, que eran como unos pantalones, a estas se sujetaban las calzas (como nuestras medias pero de paño o de cuero y por lo general muy elevadas y de variados tamaños), que cubrían las piernas desde el tobillo hasta la rodilla por medio de unas correas entrelazadas.
Ellos llevaban calzones podían ser de tela, similares a un pantalón actual .
Encima de las sayas, se ponía el brial (sujeto con pasadores)que es el vestido de seda o de cualquier tela costosa y rica que usaron las mujeres ceñido a la cintura y bajando en redondo hasta los pies, mucho más largo que la saya, aunque ambos tenían la misma hechura. También se llamó así al faldón de seda o tela que traían los hombres de armas desde la cintura hasta encima de las rodillas. Para ajustar estás prendas se abren por los costados y se encordan. Las mangas anchas y más cortas que las interiores, decoradas con perlas y pasamanería. Las clases altas se adornaban también con un cinturón, el cual era muy largo llegando a los tobillos, estaban engarzados con piedras preciosas.
El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.
La cota estaba cubierta por otra prenda, el SURCOTTE o sobrevesta, que podía ir sin mangas o con ellas y estaba confeccionada en tejidos más lujosos que la cota, además solía ir lujosamente forrada.
A finales del XIII, principios del XIX, esta prenda va evolucionando de forma, se acorta por delante y se transforma en una prenda abierta (como un chaleco largo) y su uso duraría mucho tiempo.
Calzado: sandalias, zuecos y borceguíes (como botas militares), y los zapatos muy puntiagudos e incluso las mismas calzas, que a menudo llevaban adheridas al pie unas suelas puntiagudas y largas según la clase social, no todos llevaban calzado, a partir del siglo XIV y XV hasta el XVII evolucionan los altos chapines (especie de chanclos con corcho muy grueso sobre la suela), que los llevaban las señoras elegantes.
Ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.
En la cabeza, crespinas, que empezaron siendo para la nobleza, y poco a poco pasó a llevarse debajo de las armaduras y utilizado en tosas las clases sociales para el frío. Las mujeres esperaban a casarse para cubrirse el cabello, como símbolo de modestia y caridad cristiana, se casaban con 15 años o incluso antes. El pelo lo llevaban o bien suelto, o en dos trenzas, también llevaban tocados a los que a veces se les añadía una redecilla de pelo, un velo, una corona…La soltera podía llevar además guirnaldas de flores (la corona virginal).
Los hombres y los niños solían llevar además de las crespinas una especie de capuchas llamadas Hood.
De abrigo se utilizaban prendas de lana, mantos, capas estas se denominan COTAS y eran más largas en la mujer, normalmente se confeccionaban en lana, aunque también los había, como por ejemplo el BRUNETTE, que provablemente fuera de seda,y los albornoces, de imitación arábiga, que era otra capa cerrada hacia el pecho pero abierta y de gran vuelo por abajo y en los últimos siglos de la época se acortaron la capa y los sobretodos que antes llegaban hasta los talones.
Los botones se utilizan desde la prehistoria, pero se empiezan a fabricar en serie en en siglo XII. Durante la edad media eran de cuerno y de cristal. Siempre presente en el vestuario masculino.
Los guantes. En los siglos XII y XIII, Italia, Francia y España rivalizaron en la industria del guante. Se fabricaron guantes perfumados con aceite de jazmín, ámbar, aceite de cedro, azahar y rosa, que estuvieron de moda durante mucho tiempo.
Entre los hombres, la idea del reto se asociaba siempre al acto de arrojar el guante.
En la Edad Media no se permitía que una persona tuviera sus manos enguantadas en presencia de un superior.
Los labradores utilizaban guantes de tres dedos.
Los laicos llevaban una prenda en la cabeza, parecida a una capucha llamada AUMUSSE cuando estaban fuera de casa.
Nace un nuevo tipo de mujer: la religiosa.
La ropa de los nobles era envidiada y copiada más mal que bien por la gente del pueblo, que la hacía como podía.
La vestimenta se adecua mucho a las necesidades laborales y al bolsillo de cada uno de los habitantes de un pueblo.
La ropa era algo importante que pasaba de padres a hijos y se recosía múltiples veces. Así que una familia podía utilizar ropajes de sus abuelos y estaban muy agradecidos por ello. Los colores pardos, grises, marrones, naranjas, era lo que predominaba. Tejidos muy bastos, que taparan bien en invierno y en verano, ya que el sol de justicia trabajando en el campo de sol a sol era mortal.
La vestimenta de las aldeanas nunca eran largos (en la nobleza y en la gente pudiente, tenían que bailar dando pasos hacia atrás para no pisar el vestido) lo llevaban a un palmo por debajo de la rodilla, para que no molestase al faenar.
Una curiosidad, tenían la costumbre de guardar el dinero atándolo con un nudo en los bordes de la camisa .
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Re: VIDA MEDIEVAL
EL VESTIDO. SIMBOLOGÍA. COLORES
Desde antaño, el vestido siempre ha cumplido con la función fundamental para la que fuè creado, de abrigo y protección del cuerpo incluso llegando a convertirse en un instrumento más de trabajo.
Pero tambien podemos ver en él un código social preestablecido que indica la pertenencia del individuo a una clase social, rango, oficio, situación económica, etc. Por lo tanto se puede considerar la vestimenta como un sistema de comunicación, un lenguaje de símbolos con un significado bien conocido por toda la sociedad de la época.
En el siglo XIII que nos ocupa los colores en el vestir clasificaban a las gentes. Además para la nobleza en cada color se daba un mensaje concreto.
Así por ejemplo y atendiendo a los colores en el vestir y su mensaje podemos ver:
- ROJO - El color rojo se reservaba para el noble, especialmente la alta nobleza. Los criados más próximos al rey o a un gran señor y los burgueses con una gran fortuna podían llevar también otra tonalidad de rojo, un rojo oscuro.
En las Cántigas también se observa que músicos y bufones tambien visten de rojo.
El rojo también es el color del matrimonio que se utilizaba en las bodas.
Su mensaje era poder y orgullo.
- AZUL - El azur (azul heráldico), el violeta y el azul claro son colores de noble y sus próximos mientras que el azul oscuro (que no sea el azur) es de gente común.
El mensaje que nos dan el azul y violeta es de fidelidad y lealtad.
- VERDE - Por lo que he visto, el verde también suele ser cosa de nobles. E incluso se podía admitir para clases más humildes si este era de un tono muy oscuro o marronuzco.
El verde transmitía la renovación, sobretodo en el sector de los jóvenes.
- BLANCO - El color blanco daba un mensaje de pureza y humildad.
- Los colores pardos (marrones, gris oscuro, rojo muy amarillento) son propios de la baja burguesía, el bajo clero, criados, campesinos y pobres.
- AMARILLO - NARANJA - Entre los siglos XII-XIV, el amarillo y el naranja son considerados colores negativos que se asocian con lo más bajo y arrastrado, son colores no sociales o de economías muy débiles.
- NEGRO - Es el color del luto por fallecimiento.
También advertir que, en general, la policromía (combinación de colores) es símbolo de inferioridad mientras que el vestir monócromo (un color) es para rangos altos; y que lo más aconsejable es tener vestidos lisos.
Así que considerando lo más apropiado en vestimenta, salvando los que proceden de la nobleza, los colores para el resto deberán de ser pardos, marronuzcos u oscuros, no negros.
La diferenciación social de los individuos podía manifestarse de dos maneras: bien por el tipo y la forma de los vestidos, bien por las telas, los colores y las guarniciones empleadas en ellos.
Y extraido del libro La España del siglo XIII, leida en imagenes encontramos:
El teñido de los paños era una industria de lujo y el empleo de trajes de vistosos colores uno de los principales modos de distinguirse. Las leyes suntuarias trataron, sin conseguirlo, de restringir el uso de colores. En 1228 y 1267 las vestiduras bermejas o verdes fueron prohibidas a los clérigos. En 1258, las Cortes de Valladolid acordaron que ningún escudero vistiese escarlata, ni verde, ni bruneta, ni pres, ni morete, ni naranja, ni rosado, ni sanguina, ni ningún paño tinto, y en 1338 las de Burgos prohibieron el paño tinto en saya, capa, redondel y pellote a los hombres de a pie. Por el contrario, los caballeros noveles debían vestir paños de colores señalados, bermejos, jaldes, verdes o cárdenos, para que "les dieran más alegría y fuesen más esforzados". De la distinción que suponían los vestidos de colores da también testimonio el poema de Alexandre:
E las yentes eran buenas e de precio maores
todas andan vestidas de paños de colores
El color más estimado, posiblemente por que fuera el tinte más díficil de lograr, era el color escarlata. En 1234 Jaime I de Aragón dispuso que ningún hijo de caballero, que no lo fuese, gastase calzas encarnadas, a menos que tuviera mando sobre alguna tropa. Las Cortes de Valladolid de 1258 prohibieron las calzas escarlatas a escribas, ballesteros, halconeros, porteros y escuderos, y establecieron que sólo el rey podía llevar capa aguadera de escarlata.
Una novedad en la moda europea del siglo XIII, de la que se encuentran antecedentes en miniaturas españolas del siglo X, fueron los trajes a dos colores, mitad y mitad. Los textos se refieren a ellos con los nombres de paños o vestiduras "a metad" o "ameatados". Alfonso X los autorizó en 1252, pero a los clérigos les fueron prohíbidos en 1228 y 1267. .
Desde antaño, el vestido siempre ha cumplido con la función fundamental para la que fuè creado, de abrigo y protección del cuerpo incluso llegando a convertirse en un instrumento más de trabajo.
Pero tambien podemos ver en él un código social preestablecido que indica la pertenencia del individuo a una clase social, rango, oficio, situación económica, etc. Por lo tanto se puede considerar la vestimenta como un sistema de comunicación, un lenguaje de símbolos con un significado bien conocido por toda la sociedad de la época.
En el siglo XIII que nos ocupa los colores en el vestir clasificaban a las gentes. Además para la nobleza en cada color se daba un mensaje concreto.
Así por ejemplo y atendiendo a los colores en el vestir y su mensaje podemos ver:
- ROJO - El color rojo se reservaba para el noble, especialmente la alta nobleza. Los criados más próximos al rey o a un gran señor y los burgueses con una gran fortuna podían llevar también otra tonalidad de rojo, un rojo oscuro.
En las Cántigas también se observa que músicos y bufones tambien visten de rojo.
El rojo también es el color del matrimonio que se utilizaba en las bodas.
Su mensaje era poder y orgullo.
- AZUL - El azur (azul heráldico), el violeta y el azul claro son colores de noble y sus próximos mientras que el azul oscuro (que no sea el azur) es de gente común.
El mensaje que nos dan el azul y violeta es de fidelidad y lealtad.
- VERDE - Por lo que he visto, el verde también suele ser cosa de nobles. E incluso se podía admitir para clases más humildes si este era de un tono muy oscuro o marronuzco.
El verde transmitía la renovación, sobretodo en el sector de los jóvenes.
- BLANCO - El color blanco daba un mensaje de pureza y humildad.
- Los colores pardos (marrones, gris oscuro, rojo muy amarillento) son propios de la baja burguesía, el bajo clero, criados, campesinos y pobres.
- AMARILLO - NARANJA - Entre los siglos XII-XIV, el amarillo y el naranja son considerados colores negativos que se asocian con lo más bajo y arrastrado, son colores no sociales o de economías muy débiles.
- NEGRO - Es el color del luto por fallecimiento.
También advertir que, en general, la policromía (combinación de colores) es símbolo de inferioridad mientras que el vestir monócromo (un color) es para rangos altos; y que lo más aconsejable es tener vestidos lisos.
Así que considerando lo más apropiado en vestimenta, salvando los que proceden de la nobleza, los colores para el resto deberán de ser pardos, marronuzcos u oscuros, no negros.
La diferenciación social de los individuos podía manifestarse de dos maneras: bien por el tipo y la forma de los vestidos, bien por las telas, los colores y las guarniciones empleadas en ellos.
Y extraido del libro La España del siglo XIII, leida en imagenes encontramos:
El teñido de los paños era una industria de lujo y el empleo de trajes de vistosos colores uno de los principales modos de distinguirse. Las leyes suntuarias trataron, sin conseguirlo, de restringir el uso de colores. En 1228 y 1267 las vestiduras bermejas o verdes fueron prohibidas a los clérigos. En 1258, las Cortes de Valladolid acordaron que ningún escudero vistiese escarlata, ni verde, ni bruneta, ni pres, ni morete, ni naranja, ni rosado, ni sanguina, ni ningún paño tinto, y en 1338 las de Burgos prohibieron el paño tinto en saya, capa, redondel y pellote a los hombres de a pie. Por el contrario, los caballeros noveles debían vestir paños de colores señalados, bermejos, jaldes, verdes o cárdenos, para que "les dieran más alegría y fuesen más esforzados". De la distinción que suponían los vestidos de colores da también testimonio el poema de Alexandre:
E las yentes eran buenas e de precio maores
todas andan vestidas de paños de colores
El color más estimado, posiblemente por que fuera el tinte más díficil de lograr, era el color escarlata. En 1234 Jaime I de Aragón dispuso que ningún hijo de caballero, que no lo fuese, gastase calzas encarnadas, a menos que tuviera mando sobre alguna tropa. Las Cortes de Valladolid de 1258 prohibieron las calzas escarlatas a escribas, ballesteros, halconeros, porteros y escuderos, y establecieron que sólo el rey podía llevar capa aguadera de escarlata.
Una novedad en la moda europea del siglo XIII, de la que se encuentran antecedentes en miniaturas españolas del siglo X, fueron los trajes a dos colores, mitad y mitad. Los textos se refieren a ellos con los nombres de paños o vestiduras "a metad" o "ameatados". Alfonso X los autorizó en 1252, pero a los clérigos les fueron prohíbidos en 1228 y 1267. .
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Re: VIDA MEDIEVAL
Varios manuscritos médicos de la Inglaterra anglosajona, escritos en inglés antiguo, han logrado sobrevivir. Aunque la mayor parte de los textos médicos datan de los siglos X al siglo XII, los académicos piensan que incluyen copias de trabajos anteriores, así como influencias más antiguas. Como lo ilustran las siguientes selecciones, tomadas de tres de estos tratados, las hierbas constituían los materiales básicos de los médicos anglosajones (o curanderos, como aquí los nombran) y, en consecuencia, sus tratamientos se reducían casi por completo a remedios botánicos.
El herbario anglosajón:
Berro (Nasturtíum)
1. En caso de que se le caiga el cabello a un hombre, exprime el jugo de la hierba llamada nasturtium, conocida como berro, colócalo en la nariz y el cabello crecerá.
2. Este berro no se cultiva, sino que crece espontáneamente en los manantiales y en los arroyuelos; también se ha constatado que en algunos lugares brota en las paredes.
3. Para una cabeza ulcerada, debido a la caspa o a la comezón, toma las semillas de esta misma planta, junto con grasa de ganso, tritúralas juntas y quitarás lo blanquecino de la caspa.
Para el dolor de cuerpo [la indigestión], toma esta misma planta, junto con la menta de campo, disuélvelas en agua y bebe la poción; el dolor de cuerpo y el mal se irán.
El curandero de Bald:
He aquí bálsamos para todas las heridas, y brebajes y purgas de todo tipo, externas o internas. Muele y mezcla llantén con manteca rancia, la fresca no sirve. Otro remedio para heridas: toma una semilla de llantén, aplástala, úntala en la herida y pronto estará mejor.
Para quemaduras, si un hombre se quemó sólo con fuego, toma azucena, flor de lis y tilo de arroyuelo; fríelos en mantequilla y úntalos de inmediato. Si se quemó con un líquido, toma la corteza del olmo y raíces de azucena, hiérbelas en leche, úntasela rápidamente tres veces al día. Para las quemaduras de sol, fríe en mantequilla varitas tiernas de hiedra y úntasela de inmediato.
El peri-didaxeon:
• Para una fractura de cabeza
Para una fractura o herida en la cabeza provocada por los humores de la cabeza, consigue betónica, tritúrala y ponla en la herida, con eso se aliviarán todos los dolores.
• Para dormir
Esto se debe hacer para el hombre que no pueda dormir; consigue ajenjo y disuélvelo con vino o agua tibia, deja que el hombre lo beba y pronto se sentirá mejor consigo mismo.
• Para manos ásperas
Esta artimaña de hechicero es buena para las manos ásperas y los dedos ásperos, conocidos como callos de niños. Toma olíbano blanco y pavesas de plata y mézclalos, luego agrégale aceite a esta mezcla, después calienta sus manos y úntalas con la mezcla que se ha hecho. Envuélvele las manos con una pieza de lino.
LA SALUD:
La práctica médica en la época carolingia hacía hincapié en la utilización de medicina herbolaria (véase el recuadro anterior) y la sangría. Aunque esta última práctica se hacía con regularidad, se recomendaba con frecuencia la moderación. Otros aconsejaban también la cautela: “Quienes se atrevan a llevar a cabo una sangría deberán asegurarse de que su mano no tiemble".
También se disponía de médicos cuando las personas padecían graves enfermedades. Muchos eran clérigos, y los monasterios instruían a los suyos propios. Las bibliotecas monásticas conservaban manuscritos médicos, copias de obras antiguas; asimismo, cultivaban hierbas para disponer de una reserva de plantas medicinales.
Los manuscritos médicos carolingios sí contenían descripciones científicas de enfermedades, recetas para pociones médicas e, incluso, consejos ginecológicos, a pesar de que los monjes no hacían grandes esfuerzos para satisfacer las necesidades médicas de las mujeres. Además, algunos manuales incluían instrucciones para realizar operaciones, sobre todo a los soldados heridos en batalla. Algunas fuentes demostraban con claridad que había técnicas precisas para amputar miembros gangrenosos:
Si debes amputar un miembro enfermo de un cuerpo sano, entonces no cortes en el limite de la carne sana, sino más allá, donde esté fresca toda la carne, de modo que se pueda hacer una mejor y más rápida curación. Cuando le apliques fuego al hombre [es decir, cauterices] toma hojas de puerro tierno y sal cernida, y cubre los lugares de manera que el calor del fuego se quite rápidamente.
Aunque los académicos no están seguros de la clase de anestesia que se usaba en tales operaciones, los manuales medievales recomendaban amapola, mandrágora y beleño, dadas sus propiedades narcóticas.
Los médicos de la Edad Media complementaban estas medicinas y las prácticas naturales con invocaciones de ayuda del otro mundo. Las influencias y los ritos mágicos se heredaron de los tiempos paganos; las tribus germánicas habían usado la medicina mágica por siglos. Los médicos recomendaban a sus pacientes que se pusieran amuletos y dijes en el cuerpo, con el fin de ahuyentar las enfermedades:
Busca un poco de excremento de lobo, preferiblemente del que contenga pequeñas astillas de huesos, e introdúcelo en un tubo para que el paciente pueda usarlo con facilidad como amuleto.
Para la epilepsia, toma un clavo de una nave náufraga, haz con él un brazalete e incrústale un trozo del corazón de un venado, extraído de su cuerpo cuando el animal estaba todavía vivo; póntelo en el brazo izquierdo; te asombrarás del resultado.
Pero, conforme los paganos se convertían al cristianismo, pronto las curaciones milagrosas mediante la intervención de Dios, Cristo o los santos reemplazaron las prácticas paganas. Las crónicas medievales son abundantes en narraciones de gente que se sanó al tocar el cuerpo de un santo. Sin embargo, el recurso a plegarias cristianas escritas y utilizadas como amuletos, nos recuerda que ambas prácticas médicas, paganas y cristianas, sobrevivieron por siglos una al lado de la otra.
La Medicina:
El diagnóstico se basaba sobre todo en la inspección de la orina, que según con los numerosos tratados y sistemas de uroscopia en existencia se interpretaba según las capas de sedimento que se distinguían en el recipiente, ya que cada una correspondía a una zona específica del cuerpo; también la inspección de la sangre y la del esputo eran importantes para reconocer la enfermedad. La toma del pulso había caído en desuso, o por lo menos ya no se practicaba con la acuciosidad con que lo recomendaba Galeno. El tratamiento se basaba en el principio de contraria contrariis y se reducía a cuatro medidas generales:
1) Sangría, realizada con la idea de eliminar el humor excesivo responsable de la discrasia o desequilibrio (plétora) o bien para derivarlo de un órgano a otro, según se practicara del mismo lado anatómico donde se localizaba la enfermedad o del lado opuesto, respectivamente.
2) Dieta, para evitar que a partir de los alimentos se siguiera produciendo el humor responsable de la discrasia. Desde los tiempos hipocráticos la dieta era uno de los medios terapéuticos principales, basada en dos principios: restricción alimentaria, frecuentemente absoluta, aun en casos en los que conducía rápidamente a desnutrición y a caquexia, y direcciones precisas y voluminosas para la preparación de los alimentos y bebidas permitidos, que al final eran tisanas, caldos, huevos y leche.
3) Purga, para facilitar la eliminación del exceso del humor causante de la enfermedad. Quizá ésta sea la medida terapéutica médica y popular más antigua de todas: identificada como eficiente desde el siglo XI a.C. en Egipto, todavía tenía vigencia a mediados del siglo XX. A veces los purgantes eran sustituidos por enemas.
4) Drogas de muy distintos tipos, obtenidas la mayoría de las diversas plantas, a las que se les atribuían distintas propiedades, muchas veces en forma correcta: digestivas, laxantes, diuréticas, diaforéticas, analgésicas, etc.
Al mismo tiempo que estas medidas terapéuticas también se usaban otras basadas en poderes sobrenaturales. Los exorcismos eran importantes en el manejo de trastornos mentales, epilepsia o impotencia; en estos casos el sacerdote sustituía al médico. La creencia en los poderes curativos de las reliquias era generalizada, y entonces como ahora se rezaba a santos especiales para el alivio de padecimientos específicos.
Los médicos no practicaban la cirugía, que estaba en manos de los cirujanos y de los barberos. Los cirujanos no asistían a las universidades, no hablaban latín y eran considerados gente poco educada y de clase inferior. Muchos eran itinerantes, que iban de una ciudad a otra operando hernias, cálculos vesicales o cataratas, lo que requería experiencia y habilidad quirúrgica, o bien curando heridas superficiales, abriendo abscesos y tratando fracturas. Sus principales competidores eran los barberos, que además de cortar el cabello vendían ungüentos, sacaban dientes, aplicaban ventosas, ponían enemas y hacían flebotomías. .
El herbario anglosajón:
Berro (Nasturtíum)
1. En caso de que se le caiga el cabello a un hombre, exprime el jugo de la hierba llamada nasturtium, conocida como berro, colócalo en la nariz y el cabello crecerá.
2. Este berro no se cultiva, sino que crece espontáneamente en los manantiales y en los arroyuelos; también se ha constatado que en algunos lugares brota en las paredes.
3. Para una cabeza ulcerada, debido a la caspa o a la comezón, toma las semillas de esta misma planta, junto con grasa de ganso, tritúralas juntas y quitarás lo blanquecino de la caspa.
Para el dolor de cuerpo [la indigestión], toma esta misma planta, junto con la menta de campo, disuélvelas en agua y bebe la poción; el dolor de cuerpo y el mal se irán.
El curandero de Bald:
He aquí bálsamos para todas las heridas, y brebajes y purgas de todo tipo, externas o internas. Muele y mezcla llantén con manteca rancia, la fresca no sirve. Otro remedio para heridas: toma una semilla de llantén, aplástala, úntala en la herida y pronto estará mejor.
Para quemaduras, si un hombre se quemó sólo con fuego, toma azucena, flor de lis y tilo de arroyuelo; fríelos en mantequilla y úntalos de inmediato. Si se quemó con un líquido, toma la corteza del olmo y raíces de azucena, hiérbelas en leche, úntasela rápidamente tres veces al día. Para las quemaduras de sol, fríe en mantequilla varitas tiernas de hiedra y úntasela de inmediato.
El peri-didaxeon:
• Para una fractura de cabeza
Para una fractura o herida en la cabeza provocada por los humores de la cabeza, consigue betónica, tritúrala y ponla en la herida, con eso se aliviarán todos los dolores.
• Para dormir
Esto se debe hacer para el hombre que no pueda dormir; consigue ajenjo y disuélvelo con vino o agua tibia, deja que el hombre lo beba y pronto se sentirá mejor consigo mismo.
• Para manos ásperas
Esta artimaña de hechicero es buena para las manos ásperas y los dedos ásperos, conocidos como callos de niños. Toma olíbano blanco y pavesas de plata y mézclalos, luego agrégale aceite a esta mezcla, después calienta sus manos y úntalas con la mezcla que se ha hecho. Envuélvele las manos con una pieza de lino.
LA SALUD:
La práctica médica en la época carolingia hacía hincapié en la utilización de medicina herbolaria (véase el recuadro anterior) y la sangría. Aunque esta última práctica se hacía con regularidad, se recomendaba con frecuencia la moderación. Otros aconsejaban también la cautela: “Quienes se atrevan a llevar a cabo una sangría deberán asegurarse de que su mano no tiemble".
También se disponía de médicos cuando las personas padecían graves enfermedades. Muchos eran clérigos, y los monasterios instruían a los suyos propios. Las bibliotecas monásticas conservaban manuscritos médicos, copias de obras antiguas; asimismo, cultivaban hierbas para disponer de una reserva de plantas medicinales.
Los manuscritos médicos carolingios sí contenían descripciones científicas de enfermedades, recetas para pociones médicas e, incluso, consejos ginecológicos, a pesar de que los monjes no hacían grandes esfuerzos para satisfacer las necesidades médicas de las mujeres. Además, algunos manuales incluían instrucciones para realizar operaciones, sobre todo a los soldados heridos en batalla. Algunas fuentes demostraban con claridad que había técnicas precisas para amputar miembros gangrenosos:
Si debes amputar un miembro enfermo de un cuerpo sano, entonces no cortes en el limite de la carne sana, sino más allá, donde esté fresca toda la carne, de modo que se pueda hacer una mejor y más rápida curación. Cuando le apliques fuego al hombre [es decir, cauterices] toma hojas de puerro tierno y sal cernida, y cubre los lugares de manera que el calor del fuego se quite rápidamente.
Aunque los académicos no están seguros de la clase de anestesia que se usaba en tales operaciones, los manuales medievales recomendaban amapola, mandrágora y beleño, dadas sus propiedades narcóticas.
Los médicos de la Edad Media complementaban estas medicinas y las prácticas naturales con invocaciones de ayuda del otro mundo. Las influencias y los ritos mágicos se heredaron de los tiempos paganos; las tribus germánicas habían usado la medicina mágica por siglos. Los médicos recomendaban a sus pacientes que se pusieran amuletos y dijes en el cuerpo, con el fin de ahuyentar las enfermedades:
Busca un poco de excremento de lobo, preferiblemente del que contenga pequeñas astillas de huesos, e introdúcelo en un tubo para que el paciente pueda usarlo con facilidad como amuleto.
Para la epilepsia, toma un clavo de una nave náufraga, haz con él un brazalete e incrústale un trozo del corazón de un venado, extraído de su cuerpo cuando el animal estaba todavía vivo; póntelo en el brazo izquierdo; te asombrarás del resultado.
Pero, conforme los paganos se convertían al cristianismo, pronto las curaciones milagrosas mediante la intervención de Dios, Cristo o los santos reemplazaron las prácticas paganas. Las crónicas medievales son abundantes en narraciones de gente que se sanó al tocar el cuerpo de un santo. Sin embargo, el recurso a plegarias cristianas escritas y utilizadas como amuletos, nos recuerda que ambas prácticas médicas, paganas y cristianas, sobrevivieron por siglos una al lado de la otra.
La Medicina:
El diagnóstico se basaba sobre todo en la inspección de la orina, que según con los numerosos tratados y sistemas de uroscopia en existencia se interpretaba según las capas de sedimento que se distinguían en el recipiente, ya que cada una correspondía a una zona específica del cuerpo; también la inspección de la sangre y la del esputo eran importantes para reconocer la enfermedad. La toma del pulso había caído en desuso, o por lo menos ya no se practicaba con la acuciosidad con que lo recomendaba Galeno. El tratamiento se basaba en el principio de contraria contrariis y se reducía a cuatro medidas generales:
1) Sangría, realizada con la idea de eliminar el humor excesivo responsable de la discrasia o desequilibrio (plétora) o bien para derivarlo de un órgano a otro, según se practicara del mismo lado anatómico donde se localizaba la enfermedad o del lado opuesto, respectivamente.
2) Dieta, para evitar que a partir de los alimentos se siguiera produciendo el humor responsable de la discrasia. Desde los tiempos hipocráticos la dieta era uno de los medios terapéuticos principales, basada en dos principios: restricción alimentaria, frecuentemente absoluta, aun en casos en los que conducía rápidamente a desnutrición y a caquexia, y direcciones precisas y voluminosas para la preparación de los alimentos y bebidas permitidos, que al final eran tisanas, caldos, huevos y leche.
3) Purga, para facilitar la eliminación del exceso del humor causante de la enfermedad. Quizá ésta sea la medida terapéutica médica y popular más antigua de todas: identificada como eficiente desde el siglo XI a.C. en Egipto, todavía tenía vigencia a mediados del siglo XX. A veces los purgantes eran sustituidos por enemas.
4) Drogas de muy distintos tipos, obtenidas la mayoría de las diversas plantas, a las que se les atribuían distintas propiedades, muchas veces en forma correcta: digestivas, laxantes, diuréticas, diaforéticas, analgésicas, etc.
Al mismo tiempo que estas medidas terapéuticas también se usaban otras basadas en poderes sobrenaturales. Los exorcismos eran importantes en el manejo de trastornos mentales, epilepsia o impotencia; en estos casos el sacerdote sustituía al médico. La creencia en los poderes curativos de las reliquias era generalizada, y entonces como ahora se rezaba a santos especiales para el alivio de padecimientos específicos.
Los médicos no practicaban la cirugía, que estaba en manos de los cirujanos y de los barberos. Los cirujanos no asistían a las universidades, no hablaban latín y eran considerados gente poco educada y de clase inferior. Muchos eran itinerantes, que iban de una ciudad a otra operando hernias, cálculos vesicales o cataratas, lo que requería experiencia y habilidad quirúrgica, o bien curando heridas superficiales, abriendo abscesos y tratando fracturas. Sus principales competidores eran los barberos, que además de cortar el cabello vendían ungüentos, sacaban dientes, aplicaban ventosas, ponían enemas y hacían flebotomías. .
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Re: VIDA MEDIEVAL
BAÑOS Y NECESIDADES FISIOLOGICAS EN LA ÉPOCA MEDIEVAL
¿Cómo era la higiene de las personas en la edad media europea? ¿a qué olían las ciudades, las casas y las personas de esa época?
Hasta hace muy poco tiempo los europeos eran conocidos por su falta de baño y los olores que desprendían. Quién no recuerda el dicho “hueles a francés”, utilizado para expresar que una persona desprendía un tufo desagradable derivado de falta de baño.
Según se ha podido constatar esta costumbre afortunadamente ha cambiado. Sin embargo, si hasta hace unos años eran conocidos por su falta de limpieza, lo más lógico es pensar que los europeos de la edad media más bien se caracterizaban por “oler a francés”. No me sorprendería que esa fuera una de las causas de que la industria del perfume se hubiera desarrollado tanto en ese país. Para su descargo yo argumentaría que, al menos en los países del norte de Europa, en la época medieval tener un baño en invierno implicaba un desafío a la muerte.
Al parecer, a la caída del imperio romano decayó la costumbre del baño y muchas otras relacionadas con la higiene, aunque se mantuvo durante algún tiempo. Sin embargo, conforme transcurrió la edad media las ciudades europeas se transformaron en asentamientos humanos fétidos e insalubres, que fueron fértil caldo de cultivo de catastróficas pandemias.
Como este post no tiene ánimo académico ni de investigación profunda, decidí recopilar y editar algunos datos curiosos sobre este tema que encontré en la red y que pueden resultar entretenidos. Veamos algunos de ellos:
Baño
La concepción generalizada es que en la edad media las personas no tomaban baños y vivían en un estado de completa suciedad, sin embargo parece que al menos en parte, esto es un mito. Historiadores señalan que durante la mayor parte de esta época existió (al menos en las ciudades) una actitud positiva hacia el baño, al que se otorgaban virtudes terapéuticas, si bien no tanto como ocurría en los tiempos de gloria de la Roma imperial y sus grandes termas.
Los baños públicos florecieron en las grandes ciudades europeas en el siglo XIII, y para el siglo XV ya eran algo normal en pueblos medianos. Contrario a las elaboradas instalaciones de los baños romanos o árabes con grandes albercas comunes de distintas temperaturas, los baños medievales usaban tinajas de madera con agua caliente en las que cabían dos o tres personas.
Baños medievales
De hecho, muchas de las ilustraciones medievales que sobreviven en nuestros días muestran a la gente tomando baños comunales, y algunas otras muestran que también eran comunes las mesas con comida y bebidas junto a las tinas o encima de ellas para comer mientras se tomaba el baño.
Para mediados del siglo XIII, los baños públicos eran tan numerosos en París que los estuviers, o propietarios, formaron su propio gremio. La popularidad de estos baños públicos desencadenó otras actividades. De hecho, la palabra en inglés stew, cuya una de sus acepciones significa burdel, proviene del francés etuves, o baño público. En el siglo XV estos términos eran considerados sinónimos en varias ciudades de la Europa medieval.
El baño era también una parte importante en los rituales de los caballeros medievales. Para su nombramiento, el candidato debía bañarse antes de pasar la noche en oración, con la finalidad de que estuviera corporal y espiritualmente purificado antes de convertirse en caballero.
La actitud de la iglesia hacia el baño no era positiva, lo condenaba ya que lo veía como un lujo innecesario y pecaminoso. Estudiosos también señalan que esa actitud proviene en parte de los primeros cristianos, donde los ascetas y eremitas evitaban el baño como un modo de autoflagelación. Es probable que de documentos religiosos que condenaban al baño es de donde proviene la actual concepción de que la gente de la edad media no se bañaba.
Parece ser, sin embargo, que la sana costumbre del baño se vino abajo de la mano de las grandes epidemias medievales, cuando comienza a pensarse que el agua es la culpable de los contagios entre los cuerpos, porque a través de los poros de la piel se podía acceder a todos los órganos. Empieza entonces la época del baño “en seco”, restringiéndose el uso del agua a manos y cara. Esta situación se mantendría hasta casi el siglo XIX.
Necesidades fisiológicas
La orina humana en la edad media tuvo muchos usos. Esta era recogida en vasijas (dispuestas en las calles y en los rellanos de las escaleras) y se utilizaba en las lavanderías (por su alto contenido en amoniaco). La blancura de las lanas y los linos de senadores, emperadores, reyes, nobles y caballeros procedía de los orines de los pobres, los siervos y los campesinos.
Por muy desagradable que parezca, en la edad media la orina también era empleada para la higiene bucal: los europeos de esa época se lavaban la boca con sus propios orines. Los iberos, por ejemplo, almacenaban su orina en recipientes, la dejaban reposar un tiempo y luego tomaban pequeñas cantidades para su uso como dentífrico. Los romanos adoptaron esta costumbre, aunque como eran un poco más finos, mezclaban la orina con piedra pómez y colorantes para hacer más llevadero el enjuague.
Parece que esta costumbre celtíbera caló hondo en la España de los siglos posteriores. En el siglo XVI el licenciado Francisco Martínez aconseja en su obra Coloquio sobre la Materia de la Boca y Maravillosa Obra de la Dentadura, lavarse la boca con agua fresca por la mañana para templar el color de las encías y luego usar los orines. Cuenta cómo una señora que tenía muy afectada la boca por una piorrea, acudió a varios doctores sin encontrar mejoría a su dolencia. Ante semejante fracaso, un labrador le aconsejó que “tomase a las mañanas los orines”, obteniendo un óptimo resultado, a lo que parece. Pero en esa época la práctica no terminaba de convencer más allá de los Pirineos, como refleja este pasaje de Erasmo de Rotterdam:
“Es preciso ser muy cuidadoso de tener los dientes limpios, pues blanquearlos con polvos es propio de jovencitos. Frotarlos con sal y alúmina es muy perjudicial y servirse de la orina para este propósito es cosa de españoles“.
La Roma antigua, o Córdoba y Sevilla en tiempos de los romanos y de los árabes estaban más limpias que Paris o Londres en el medioevo, en cuyas casas no había desagües ni baños. ¿Qué hacían entonces las personas? Habitualmente, frente a una necesidad imperiosa el individuo se apartaba discretamente a una esquina. El escritor alemán Goethe contaba que una vez que estuvo alojado en un hostal en Garda, Italia, al preguntar dónde podía hacer sus necesidades, le indicaron tranquilamente que en el patio. La gente utilizaba los callejones traseros de las casas o cualquier cauce cercano. Nombres de los como el del francés Merderon revelan su antiguo uso. Los baños vertían sus desechos en fosas o pozos negros, con frecuencia situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba el riesgo de enfermedades.
¿Cómo era la higiene de las personas en la edad media europea? ¿a qué olían las ciudades, las casas y las personas de esa época?
Hasta hace muy poco tiempo los europeos eran conocidos por su falta de baño y los olores que desprendían. Quién no recuerda el dicho “hueles a francés”, utilizado para expresar que una persona desprendía un tufo desagradable derivado de falta de baño.
Según se ha podido constatar esta costumbre afortunadamente ha cambiado. Sin embargo, si hasta hace unos años eran conocidos por su falta de limpieza, lo más lógico es pensar que los europeos de la edad media más bien se caracterizaban por “oler a francés”. No me sorprendería que esa fuera una de las causas de que la industria del perfume se hubiera desarrollado tanto en ese país. Para su descargo yo argumentaría que, al menos en los países del norte de Europa, en la época medieval tener un baño en invierno implicaba un desafío a la muerte.
Al parecer, a la caída del imperio romano decayó la costumbre del baño y muchas otras relacionadas con la higiene, aunque se mantuvo durante algún tiempo. Sin embargo, conforme transcurrió la edad media las ciudades europeas se transformaron en asentamientos humanos fétidos e insalubres, que fueron fértil caldo de cultivo de catastróficas pandemias.
Como este post no tiene ánimo académico ni de investigación profunda, decidí recopilar y editar algunos datos curiosos sobre este tema que encontré en la red y que pueden resultar entretenidos. Veamos algunos de ellos:
Baño
La concepción generalizada es que en la edad media las personas no tomaban baños y vivían en un estado de completa suciedad, sin embargo parece que al menos en parte, esto es un mito. Historiadores señalan que durante la mayor parte de esta época existió (al menos en las ciudades) una actitud positiva hacia el baño, al que se otorgaban virtudes terapéuticas, si bien no tanto como ocurría en los tiempos de gloria de la Roma imperial y sus grandes termas.
Los baños públicos florecieron en las grandes ciudades europeas en el siglo XIII, y para el siglo XV ya eran algo normal en pueblos medianos. Contrario a las elaboradas instalaciones de los baños romanos o árabes con grandes albercas comunes de distintas temperaturas, los baños medievales usaban tinajas de madera con agua caliente en las que cabían dos o tres personas.
Baños medievales
De hecho, muchas de las ilustraciones medievales que sobreviven en nuestros días muestran a la gente tomando baños comunales, y algunas otras muestran que también eran comunes las mesas con comida y bebidas junto a las tinas o encima de ellas para comer mientras se tomaba el baño.
Para mediados del siglo XIII, los baños públicos eran tan numerosos en París que los estuviers, o propietarios, formaron su propio gremio. La popularidad de estos baños públicos desencadenó otras actividades. De hecho, la palabra en inglés stew, cuya una de sus acepciones significa burdel, proviene del francés etuves, o baño público. En el siglo XV estos términos eran considerados sinónimos en varias ciudades de la Europa medieval.
El baño era también una parte importante en los rituales de los caballeros medievales. Para su nombramiento, el candidato debía bañarse antes de pasar la noche en oración, con la finalidad de que estuviera corporal y espiritualmente purificado antes de convertirse en caballero.
La actitud de la iglesia hacia el baño no era positiva, lo condenaba ya que lo veía como un lujo innecesario y pecaminoso. Estudiosos también señalan que esa actitud proviene en parte de los primeros cristianos, donde los ascetas y eremitas evitaban el baño como un modo de autoflagelación. Es probable que de documentos religiosos que condenaban al baño es de donde proviene la actual concepción de que la gente de la edad media no se bañaba.
Parece ser, sin embargo, que la sana costumbre del baño se vino abajo de la mano de las grandes epidemias medievales, cuando comienza a pensarse que el agua es la culpable de los contagios entre los cuerpos, porque a través de los poros de la piel se podía acceder a todos los órganos. Empieza entonces la época del baño “en seco”, restringiéndose el uso del agua a manos y cara. Esta situación se mantendría hasta casi el siglo XIX.
Necesidades fisiológicas
La orina humana en la edad media tuvo muchos usos. Esta era recogida en vasijas (dispuestas en las calles y en los rellanos de las escaleras) y se utilizaba en las lavanderías (por su alto contenido en amoniaco). La blancura de las lanas y los linos de senadores, emperadores, reyes, nobles y caballeros procedía de los orines de los pobres, los siervos y los campesinos.
Por muy desagradable que parezca, en la edad media la orina también era empleada para la higiene bucal: los europeos de esa época se lavaban la boca con sus propios orines. Los iberos, por ejemplo, almacenaban su orina en recipientes, la dejaban reposar un tiempo y luego tomaban pequeñas cantidades para su uso como dentífrico. Los romanos adoptaron esta costumbre, aunque como eran un poco más finos, mezclaban la orina con piedra pómez y colorantes para hacer más llevadero el enjuague.
Parece que esta costumbre celtíbera caló hondo en la España de los siglos posteriores. En el siglo XVI el licenciado Francisco Martínez aconseja en su obra Coloquio sobre la Materia de la Boca y Maravillosa Obra de la Dentadura, lavarse la boca con agua fresca por la mañana para templar el color de las encías y luego usar los orines. Cuenta cómo una señora que tenía muy afectada la boca por una piorrea, acudió a varios doctores sin encontrar mejoría a su dolencia. Ante semejante fracaso, un labrador le aconsejó que “tomase a las mañanas los orines”, obteniendo un óptimo resultado, a lo que parece. Pero en esa época la práctica no terminaba de convencer más allá de los Pirineos, como refleja este pasaje de Erasmo de Rotterdam:
“Es preciso ser muy cuidadoso de tener los dientes limpios, pues blanquearlos con polvos es propio de jovencitos. Frotarlos con sal y alúmina es muy perjudicial y servirse de la orina para este propósito es cosa de españoles“.
La Roma antigua, o Córdoba y Sevilla en tiempos de los romanos y de los árabes estaban más limpias que Paris o Londres en el medioevo, en cuyas casas no había desagües ni baños. ¿Qué hacían entonces las personas? Habitualmente, frente a una necesidad imperiosa el individuo se apartaba discretamente a una esquina. El escritor alemán Goethe contaba que una vez que estuvo alojado en un hostal en Garda, Italia, al preguntar dónde podía hacer sus necesidades, le indicaron tranquilamente que en el patio. La gente utilizaba los callejones traseros de las casas o cualquier cauce cercano. Nombres de los como el del francés Merderon revelan su antiguo uso. Los baños vertían sus desechos en fosas o pozos negros, con frecuencia situados junto a los de agua potable, lo que aumentaba el riesgo de enfermedades.
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Re: VIDA MEDIEVAL
TECNOLOGÍA DEL SIGLO V AL XV
Algunos inventos ordenados por siglos
Siglo V
Estribo: Los estribos son piezas, generalmente metálicas, de formas diversas que permiten que el jinete de un caballo introduzca los pies en ellas para afianzarse mientras cabalga. Fijados a la silla de montar, permiten una mayor comodidad, tanto para la cabalgadura como para el jinete.
Los primeros protoestribos, consistentes en una cuerda que unía la silla y el dedo gordo del pie del jinete, aparecieron en la India en el límite entre el siglo I y el II a. C. De allí pasaron a China en torno al año 300, donde, debido al clima más frío de la zona, empezaron a atarse alrededor del pie calzado, y no sólo sobre el dedo. Poco después, la cuerda original dio paso al hierro. Desde China el uso del estribo se extendió a los nómadas turco-mongoles de Asia Central, a Corea y a Japón. Los hunos los introdujeron en Persia en el siglo IV y en Europa hacia el siglo V, aunque no hay noticias de su adopción por la caballería imperial romana hasta aproximadamente un siglo más tarde (ya después de la caída de Occidente). A su vez, los árabes lo tomarían de los persas y los bizantinos. Por su parte, los invasores germanos del Imperio romano adoptaron rápidamente el uso de estribos. Ello mejoró la eficacia de sus tropas montadas hasta tal punto que facilitó la derrota en la batalla de Adrianópolis (año 378), del modelo clásico de la legión romana, lo que causó una crisis militar sin precedentes. El estribo, que permitía al jinete luchar con comodidad y maximizaba el impacto de la carga, prácticamente había jubilado al mejor ejército de la historia, y había iniciado una nueva era en Europa: la de la caballería pesada que dominaría los campos de batalla medievales durante más de mil años.
Astrolabio: permitía ubicarse a los navegantes, midiendo la distancia en relación a los astros.
Obtención del azúcar (450): a partir de la caña.
Serigrafía (500 d.C.): se usaba en China y Japón para reproducir textos. Mediante una pantalla de seda se copiaba con tinta una plantilla con el dibujo elegido.
Siglo VII
Ajedrez (600): juego de estrategia.
Pluma (635): las plumas de patos, cisnes, cuervos y pavos se usaban como instrumento para escribir.
Fuego para el ataque (673): un alquimista llamado Calínico inventó una mezcla basada en nafta, nitrato potásico y óxido de calcio, que ardía en el agua. Se la conoció como fuego griego. Este fue disparado por los bizantinos mediante tubos contra los barcos de madera de los árabes que estaban sitiando la ciudad.
Pelota de caucho (700): los mayas hicieron pelotas de caucho, rellenas con fibras vegetales.
Siglo VIII
Herradura (770 d.C.): permitió proteger de las piedras los cascos de las patas de los caballos.
Siglo IX
Destilación: esta técnica, desarrollada por los alquimistas, permitió obtener ácido acético a partir del vinagre. El alcohol se obtuvo en Europa hacia el 1.150, mediante la destilación del vino.
Notación musical: surgió a principios de siglo en Europa occidental.
Cámara oscura (China. 840): instrumento óptico que permite obtener una proyección plana de una imagen externa sobre la zona interior de su superficie. Constituyó uno de los dispositivos ancestrales que condujeron al desarrollo de la fotografía.
Porcelana (851 d.C.): el viajero árabe Soleimán describió vasijas chinas de porcelana.
Imprenta de libros (China. 868): método industrial de reproducción de textos e imágenes sobre papel o materiales similares, que consiste en aplicar una tinta, generalmente oleosa, sobre unas piezas metálicas, llamadas tipos, para transferirla al papel por presión. Aunque comenzó como un método artesanal, era un proceso muy veloz para sus tiempos.
Ya los romanos tuvieron sellos que imprimían inscripciones sobre objetos de arcilla. Entre 1041 y 1048, Bì Sheng inventó en China (donde ya existía un tipo de papel de arroz) el primer sistema de imprenta de tipos móviles, a base de complejas piezas de porcelana en las que se tallaban los caracteres chinos; esto constituía un complejo procedimiento por la inmensa cantidad de caracteres que hacían falta para la escritura china. Sin embargo, la imprenta moderna no se creó hasta el año 1440 aproximadamente de la mano de Johannes Gutenberg.
Siglo X-XI
Pólvora: los chinos la utilizaron para hacer fuegos artificiales y dispositivos de señalización con bajo contenido de nitrato (no explosiva). A Europa llegó a través de los árabes. Hacia el año 1290, Roger Bacon ya conocía sus efectos explosivos. Alrededor del 1320 ya se la utilizaba en cañones y armas de fuego.
Naipes (969): su más remota referencia fue en China.
Ballesta: aunque hay antecedentes de que ya existía en China alrededor del 200 a.C., en Europa apareció por primera vez en el siglo X. Consistía en un arco que se tensaba mediante una manivela con dos manecillas. Con el tiempo, este arco fue de acero y capaz de disparar un dardo corto a más de 320 metros de distancia, que podía penetrar las mallas metálicas usadas por los soldados medievales. Disparaba un dardo por minuto.
Brújula (China-Arabia. 1090): Hay quienes afirman que la brújula es de origen asiático y quienes dicen que es un invento europeo. Pese a lo incierto de su origen, se cree que quizá fue inventada por los chinos un milenio antes de Jesucristo. Su gran aporte fue que permitió la navegación de larga distancia: la brújula indica la orientación de la nave con respecto al norte magnético.
Fue primero una mera barrita de hierro tocada con la piedra imán e introducida en un soporte que flotaba en el agua de una vasija. Más tarde se convirtió en una aguja con el eje de giro, colocada en una caja provista de una rosa de los vientos. A partir del siglo XIV, dicha caja se mantenía en equilibrio mediante la suspensión que hoy llamamos de Cardano.
Siglo XII
Clavecín (1121): instrumento similar al piano, más conocido como clavicordio. Era de cuerda percutida (golpeada).
Timón (1190): esta pieza móvil permitió guiar a las embarcaciones.
Siglo XIII
Arco largo: inventado por los galeses, tenía más de 1,80 metros de longitud y disparaba flechas de 90 cm, las que podían cubrir una distancia de hasta 300 metros. Podía disparar hasta diez flechas por minuto. Fue adoptado solo por los ingleses, lo que les dio una superioridad bélica durante más de un siglo y medio.
Cuadrante (1220): instrumento que servía para la navegación.
Explosivos (1230 d.C.): los chinos utilizaron por primera vez la pólvora como explosivo en forma de bombas destinadas a derrumbar los muros y puertas de las ciudades enemigas. En Europa se usaron alrededor de un siglo después.
Hojalata (1250 d.C.): el hierro estañado se utilizó en Bohemia para la construcción de armaduras.
Lentes: las primeras proceden de Mesopotamia y Creta (3000 a.C.), pero su fin era encender fuego (como lupa) y no auxiliar la visión. En el siglo X, Al Razi escribió varias obras sobre oftalmología, mientras que el físico árabe Ibn Al-Haytam desarrolló en un tratado las propiedades ópticas. A fines del siglo XIII, aparecieron las primeras lentes convexas para ver de cerca, en algún monasterio en Venecia, Italia. En un comienzo fueron lupas que se colocaban sobre la lectura, permitiendo ver las letras más grandes. Después se les agregó un mango. Uniendo dos de estas lupas, se llegó a un lente manual que se denominó "Lentes de Remache", el que se extendió por todas partes. Un siglo después, aparecieron los lentes cóncavos para la miopía (solo se ve a corta distancia).
Cañón (1274 d.C.): los primeros cañones de hierro y bronce se hicieron en China. Su primer uso en Europa fue en el asedio a la ciudad francesa de Metz en 1324. Después se ocuparon en los grandes barcos. Los primeros cañones eran simples tubos provistos de un orificio situado en la culata, por el que se encendía la carga. Probablemente disparaba dardos de hierro, acompañados de un gran estruendo.
Billetes (1294): se imprimía papel moneda en Trabiz, Persia. Además de las primeras versiones del Corán, procedentes de Egipto.
Siglo XIV
Armas de fuego (1326 d.C.): la primera referencia de estas armas en Europa se encuentra en una orden del Ayuntamiento de Florencia, para fundir balas de hierro para armas cortas.
Chimeneas (1347 d.C.): una inscripción en Venecia, Italia, indica que un terremoto destruyó las chimeneas.
Siglo XV
Pinturas al óleo: esta técnica, basada en el uso del aceite como aglutinante, fue creada y difundida por una corriente de pintura medieval originaria de Flandes y conocida como flamenco. El óleo permitió un mayor colorido y minuciosidad que el temple (pigmentos mezclados con agua y huevo), utilizado hasta entonces. Los pintores flamencos más destacados fueron los hermanos Jan y Hubert van Eyck, Roger van der Weyden y Gerard David.
Tornillo (Alemania. 1405): Los primeros antecedentes de la utilización de roscas se remontan al tornillo de Arquímedes, desarrollado por el sabio griego alrededor del 300 a. C., empleándose ya en aquella época profusamente en el valle del Nilo para la elevación de agua.
Durante el Renacimiento las roscas comienzan a emplearse como elementos de fijación en relojes, máquinas de guerra y en otras construcciones mecánicas. Leonardo da Vinci desarrolla por entonces métodos para el tallado de roscas; sin embargo, éstas seguirán fabricándose a mano y sin ninguna clase de normalización hasta bien entrada la Revolución Industrial.
Algunos inventos ordenados por siglos
Siglo V
Estribo: Los estribos son piezas, generalmente metálicas, de formas diversas que permiten que el jinete de un caballo introduzca los pies en ellas para afianzarse mientras cabalga. Fijados a la silla de montar, permiten una mayor comodidad, tanto para la cabalgadura como para el jinete.
Los primeros protoestribos, consistentes en una cuerda que unía la silla y el dedo gordo del pie del jinete, aparecieron en la India en el límite entre el siglo I y el II a. C. De allí pasaron a China en torno al año 300, donde, debido al clima más frío de la zona, empezaron a atarse alrededor del pie calzado, y no sólo sobre el dedo. Poco después, la cuerda original dio paso al hierro. Desde China el uso del estribo se extendió a los nómadas turco-mongoles de Asia Central, a Corea y a Japón. Los hunos los introdujeron en Persia en el siglo IV y en Europa hacia el siglo V, aunque no hay noticias de su adopción por la caballería imperial romana hasta aproximadamente un siglo más tarde (ya después de la caída de Occidente). A su vez, los árabes lo tomarían de los persas y los bizantinos. Por su parte, los invasores germanos del Imperio romano adoptaron rápidamente el uso de estribos. Ello mejoró la eficacia de sus tropas montadas hasta tal punto que facilitó la derrota en la batalla de Adrianópolis (año 378), del modelo clásico de la legión romana, lo que causó una crisis militar sin precedentes. El estribo, que permitía al jinete luchar con comodidad y maximizaba el impacto de la carga, prácticamente había jubilado al mejor ejército de la historia, y había iniciado una nueva era en Europa: la de la caballería pesada que dominaría los campos de batalla medievales durante más de mil años.
Astrolabio: permitía ubicarse a los navegantes, midiendo la distancia en relación a los astros.
Obtención del azúcar (450): a partir de la caña.
Serigrafía (500 d.C.): se usaba en China y Japón para reproducir textos. Mediante una pantalla de seda se copiaba con tinta una plantilla con el dibujo elegido.
Siglo VII
Ajedrez (600): juego de estrategia.
Pluma (635): las plumas de patos, cisnes, cuervos y pavos se usaban como instrumento para escribir.
Fuego para el ataque (673): un alquimista llamado Calínico inventó una mezcla basada en nafta, nitrato potásico y óxido de calcio, que ardía en el agua. Se la conoció como fuego griego. Este fue disparado por los bizantinos mediante tubos contra los barcos de madera de los árabes que estaban sitiando la ciudad.
Pelota de caucho (700): los mayas hicieron pelotas de caucho, rellenas con fibras vegetales.
Siglo VIII
Herradura (770 d.C.): permitió proteger de las piedras los cascos de las patas de los caballos.
Siglo IX
Destilación: esta técnica, desarrollada por los alquimistas, permitió obtener ácido acético a partir del vinagre. El alcohol se obtuvo en Europa hacia el 1.150, mediante la destilación del vino.
Notación musical: surgió a principios de siglo en Europa occidental.
Cámara oscura (China. 840): instrumento óptico que permite obtener una proyección plana de una imagen externa sobre la zona interior de su superficie. Constituyó uno de los dispositivos ancestrales que condujeron al desarrollo de la fotografía.
Porcelana (851 d.C.): el viajero árabe Soleimán describió vasijas chinas de porcelana.
Imprenta de libros (China. 868): método industrial de reproducción de textos e imágenes sobre papel o materiales similares, que consiste en aplicar una tinta, generalmente oleosa, sobre unas piezas metálicas, llamadas tipos, para transferirla al papel por presión. Aunque comenzó como un método artesanal, era un proceso muy veloz para sus tiempos.
Ya los romanos tuvieron sellos que imprimían inscripciones sobre objetos de arcilla. Entre 1041 y 1048, Bì Sheng inventó en China (donde ya existía un tipo de papel de arroz) el primer sistema de imprenta de tipos móviles, a base de complejas piezas de porcelana en las que se tallaban los caracteres chinos; esto constituía un complejo procedimiento por la inmensa cantidad de caracteres que hacían falta para la escritura china. Sin embargo, la imprenta moderna no se creó hasta el año 1440 aproximadamente de la mano de Johannes Gutenberg.
Siglo X-XI
Pólvora: los chinos la utilizaron para hacer fuegos artificiales y dispositivos de señalización con bajo contenido de nitrato (no explosiva). A Europa llegó a través de los árabes. Hacia el año 1290, Roger Bacon ya conocía sus efectos explosivos. Alrededor del 1320 ya se la utilizaba en cañones y armas de fuego.
Naipes (969): su más remota referencia fue en China.
Ballesta: aunque hay antecedentes de que ya existía en China alrededor del 200 a.C., en Europa apareció por primera vez en el siglo X. Consistía en un arco que se tensaba mediante una manivela con dos manecillas. Con el tiempo, este arco fue de acero y capaz de disparar un dardo corto a más de 320 metros de distancia, que podía penetrar las mallas metálicas usadas por los soldados medievales. Disparaba un dardo por minuto.
Brújula (China-Arabia. 1090): Hay quienes afirman que la brújula es de origen asiático y quienes dicen que es un invento europeo. Pese a lo incierto de su origen, se cree que quizá fue inventada por los chinos un milenio antes de Jesucristo. Su gran aporte fue que permitió la navegación de larga distancia: la brújula indica la orientación de la nave con respecto al norte magnético.
Fue primero una mera barrita de hierro tocada con la piedra imán e introducida en un soporte que flotaba en el agua de una vasija. Más tarde se convirtió en una aguja con el eje de giro, colocada en una caja provista de una rosa de los vientos. A partir del siglo XIV, dicha caja se mantenía en equilibrio mediante la suspensión que hoy llamamos de Cardano.
Siglo XII
Clavecín (1121): instrumento similar al piano, más conocido como clavicordio. Era de cuerda percutida (golpeada).
Timón (1190): esta pieza móvil permitió guiar a las embarcaciones.
Siglo XIII
Arco largo: inventado por los galeses, tenía más de 1,80 metros de longitud y disparaba flechas de 90 cm, las que podían cubrir una distancia de hasta 300 metros. Podía disparar hasta diez flechas por minuto. Fue adoptado solo por los ingleses, lo que les dio una superioridad bélica durante más de un siglo y medio.
Cuadrante (1220): instrumento que servía para la navegación.
Explosivos (1230 d.C.): los chinos utilizaron por primera vez la pólvora como explosivo en forma de bombas destinadas a derrumbar los muros y puertas de las ciudades enemigas. En Europa se usaron alrededor de un siglo después.
Hojalata (1250 d.C.): el hierro estañado se utilizó en Bohemia para la construcción de armaduras.
Lentes: las primeras proceden de Mesopotamia y Creta (3000 a.C.), pero su fin era encender fuego (como lupa) y no auxiliar la visión. En el siglo X, Al Razi escribió varias obras sobre oftalmología, mientras que el físico árabe Ibn Al-Haytam desarrolló en un tratado las propiedades ópticas. A fines del siglo XIII, aparecieron las primeras lentes convexas para ver de cerca, en algún monasterio en Venecia, Italia. En un comienzo fueron lupas que se colocaban sobre la lectura, permitiendo ver las letras más grandes. Después se les agregó un mango. Uniendo dos de estas lupas, se llegó a un lente manual que se denominó "Lentes de Remache", el que se extendió por todas partes. Un siglo después, aparecieron los lentes cóncavos para la miopía (solo se ve a corta distancia).
Cañón (1274 d.C.): los primeros cañones de hierro y bronce se hicieron en China. Su primer uso en Europa fue en el asedio a la ciudad francesa de Metz en 1324. Después se ocuparon en los grandes barcos. Los primeros cañones eran simples tubos provistos de un orificio situado en la culata, por el que se encendía la carga. Probablemente disparaba dardos de hierro, acompañados de un gran estruendo.
Billetes (1294): se imprimía papel moneda en Trabiz, Persia. Además de las primeras versiones del Corán, procedentes de Egipto.
Siglo XIV
Armas de fuego (1326 d.C.): la primera referencia de estas armas en Europa se encuentra en una orden del Ayuntamiento de Florencia, para fundir balas de hierro para armas cortas.
Chimeneas (1347 d.C.): una inscripción en Venecia, Italia, indica que un terremoto destruyó las chimeneas.
Siglo XV
Pinturas al óleo: esta técnica, basada en el uso del aceite como aglutinante, fue creada y difundida por una corriente de pintura medieval originaria de Flandes y conocida como flamenco. El óleo permitió un mayor colorido y minuciosidad que el temple (pigmentos mezclados con agua y huevo), utilizado hasta entonces. Los pintores flamencos más destacados fueron los hermanos Jan y Hubert van Eyck, Roger van der Weyden y Gerard David.
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